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Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Palabra del Señor
Hoy recibimos al Espíritu, por ello, deberíamos tener las puertas abiertas para dejarlo entrar y después salir nosotros a compartir la alegría de que no estamos solos.
El miedo nos atenaza y no nos deja expresar los sentimientos que tenemos. No deja que nuestro corazón sea capaz de confiar y ponernos al servicio de la Palabra de Dios.
¡No dudemos!, Dios nunca nos abandona. Primero envió a su Hijo y ahora para que sigamos en el camino nos envía su Espíritu para llenarnos de fuerza y energía, con ella nos da el poder de perdonar los pecados y vivir en la gracia de Dios cada día siempre que vivamos como personas honradas y honestas que cumplen la máxima cristiana de amar y compartir.
Dejemos entrar al Espíritu en nuestra vida. ¡Ven Espíritu Santo e ilumínanos!
Con esta fiesta de Pentecostés termina el tiempo Pascual. A partir de hoy el Cirio, sólo será encendido en los bautizos y entierros.
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