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En los días siguientes al de la escena que acabamos de referir en el capítulo anterior, Don Manuel le explicó a Daniel quién había sido su padre y le habló de él con el entusiasmo apasionado que sentía siempre que nombraba a su malogrado primo.
Doña Mariana Soldevilla, por su parte, le explicó quién había sido su madre, y se la pintó con los colores más halagüeños, como un portento de hermosura y un dechado de virtudes.
El feliz mancebo, oyendo esos encomios tan conformes y de labios tan veraces, se sentía enamorado de sus padres y pensaba en ellos con la veneración más profunda .
Entonces se acordó del pobre maestro Saucedo, a quien él había visto llorar por esa misma Dolores, la Flor del Vallano, bajo la arboleda de Catayá,
"No seré yo, se dijo, quien le revele el secreto de mi nacimiento; eso sería lo mismo que darle una puñalada en la mitad del corazón, Él guarda en su mente la imagen de mi madre como la de una virgen sin mancilla; vale más que la conserve así. Yo inventaré para él cualquier otra historia".
En el mes de Julio siguiente, en el mismo día que estaba señalado para que la enamorada novicia marchara al convento del Carmen, se celebró el matrimonio de Don Daniel de Caicedo con Doña Inés de Lara y Portocarrero, en la capilla de la hacienda; el Reverendo Padre Fray José Joaquín Escovar les dio la bendición nupcial, con licencia escrita del Doctor Juan Ignacio Montalvo, que era a la sazón Cura de Cali. Don Manuel y su esposa fueron los padrinos.
El banquete de bodas, suntuoso y digno de la riqueza y categoría de la familia, fue servido en el gran salón del piso alto, destinado para ese género de fiestas, y asistieron a él los caballeros y las señoras más notables de la nobleza caleña.
La fiesta fue espléndida; el movimiento en la hacienda era parecido al de un enjambre de abejas; los criados tuvieron vacaciones desde la víspera; los novios, la familia de Don Manuel y él mismo, ostentaron un lujo oriental; Don Juan Zamora fue admitido entre los convidados y estuvo muy locuaz y divertido como legítimo andaluz.
Doña Josefa y Doña Gertrudis querían que hubiera baile, pero ninguna se atrevió a hacerle tal petición a Don Manuel.
Daniel se estableció en Cali con su esposa y abrazó la carrera de comerciante, que había sido la de su suegro, y trató de aumentar o por lo menos conservar su fortuna por medio de los números, como le había anunciado en cierta ocasión el Padre Escovar.
Doña Mariana se hizo ama de llaves, auxiliada por Martina; Fermín y Andrea se casaron; el primero quiso ser siempre el paje de Daniel; y la segunda, libre ya, la recamarera de Doña Inés .
La suerte de los demás personajes de esta historia, la tomamos fielmente de la tradición.
Don Manuel alcanzó una venerable vejez; ya al fin de su vida recibió del Rey Carlos IV la señalada distinción de ser nombrado Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III, que se concedía únicamente ala virtud y al mérito, como lo decía su divisa; Virtuti et merito.
Pero el Alférez Real, que a consecuencia de su avanzada edad había dado en varias extravagancias, de las cuales todavía se recuerdan algunas recogidas de los ancianos, a fin de hacer una fiesta la más pomposa posible el día que se cruzara caballero, mandó hacer en Quito la Oblación y los dulces del refresco; y mientras estaba esperando esa pesada encomienda, murió cristianamente sin haber hecho la ceremonia, el año de 1808. En Cali, siempre que se habla del Alférez Real, se entiende que es de Don Manuel de Caicedo y Tenorio, pues aunque hubo muchos antes que él y otro después, a él se le da en la ciudad ese título por antonomasia.
Doña Francisca murió mucho antes que Don Manuel.
Doña Josefa casó con Don Nicolás del Campo y Larraondo y tuvo descendientes. Hermano de éste Don Nicolás era el eminente y sabio Sacerdote Don Mariano del Campo y Larraondo.
Doña Gertrudis murió célibe y muy anciana.
Doña Rosa murió de monja del Carmen en Popayán. ¿Sería este monjío causado por algunos amores desgraciados?
Don Manuel Joaquín llegó a la vejez y dejó honorable descendencia.
Don Fernando murió joven, a tiempo en que iba a ordenarse de Sacerdote.
Don Manuel José recibió las órdenes sagradas, llegó a ser Arcediano de Cuenca, tomó parte en la independencia de la Patria que se proclamó en 181O y fue desterrado a Manila, en las islas Filipinas. De allá volvió después de muchos años a morir en su nativo suelo al lado de su familia.
Don Joaquín, el más notable de los hijos de Don Manuel, fue el último Alférez Real de Cali, abrazó con entusiasmo la causa de la Independencia, tomó las armas contra los ejércitos del Rey, fue nombrado Presidente de la Junta de Popayán; y en Pasto, después de una capitulación, fue fusilado por los realistas el 26 de Enero de 1813. Dejó también una familia muy honorable.Fuente(s):
Doña Mariana Soldevilla, por su parte, le explicó quién había sido su madre, y se la pintó con los colores más halagüeños, como un portento de hermosura y un dechado de virtudes.
El feliz mancebo, oyendo esos encomios tan conformes y de labios tan veraces, se sentía enamorado de sus padres y pensaba en ellos con la veneración más profunda .
Entonces se acordó del pobre maestro Saucedo, a quien él había visto llorar por esa misma Dolores, la Flor del Vallano, bajo la arboleda de Catayá,
"No seré yo, se dijo, quien le revele el secreto de mi nacimiento; eso sería lo mismo que darle una puñalada en la mitad del corazón, Él guarda en su mente la imagen de mi madre como la de una virgen sin mancilla; vale más que la conserve así. Yo inventaré para él cualquier otra historia".
En el mes de Julio siguiente, en el mismo día que estaba señalado para que la enamorada novicia marchara al convento del Carmen, se celebró el matrimonio de Don Daniel de Caicedo con Doña Inés de Lara y Portocarrero, en la capilla de la hacienda; el Reverendo Padre Fray José Joaquín Escovar les dio la bendición nupcial, con licencia escrita del Doctor Juan Ignacio Montalvo, que era a la sazón Cura de Cali. Don Manuel y su esposa fueron los padrinos.
El banquete de bodas, suntuoso y digno de la riqueza y categoría de la familia, fue servido en el gran salón del piso alto, destinado para ese género de fiestas, y asistieron a él los caballeros y las señoras más notables de la nobleza caleña.
La fiesta fue espléndida; el movimiento en la hacienda era parecido al de un enjambre de abejas; los criados tuvieron vacaciones desde la víspera; los novios, la familia de Don Manuel y él mismo, ostentaron un lujo oriental; Don Juan Zamora fue admitido entre los convidados y estuvo muy locuaz y divertido como legítimo andaluz.
Doña Josefa y Doña Gertrudis querían que hubiera baile, pero ninguna se atrevió a hacerle tal petición a Don Manuel.
Daniel se estableció en Cali con su esposa y abrazó la carrera de comerciante, que había sido la de su suegro, y trató de aumentar o por lo menos conservar su fortuna por medio de los números, como le había anunciado en cierta ocasión el Padre Escovar.
Doña Mariana se hizo ama de llaves, auxiliada por Martina; Fermín y Andrea se casaron; el primero quiso ser siempre el paje de Daniel; y la segunda, libre ya, la recamarera de Doña Inés .
La suerte de los demás personajes de esta historia, la tomamos fielmente de la tradición.
Don Manuel alcanzó una venerable vejez; ya al fin de su vida recibió del Rey Carlos IV la señalada distinción de ser nombrado Caballero de la Real y distinguida Orden de Carlos III, que se concedía únicamente ala virtud y al mérito, como lo decía su divisa; Virtuti et merito.
Pero el Alférez Real, que a consecuencia de su avanzada edad había dado en varias extravagancias, de las cuales todavía se recuerdan algunas recogidas de los ancianos, a fin de hacer una fiesta la más pomposa posible el día que se cruzara caballero, mandó hacer en Quito la Oblación y los dulces del refresco; y mientras estaba esperando esa pesada encomienda, murió cristianamente sin haber hecho la ceremonia, el año de 1808. En Cali, siempre que se habla del Alférez Real, se entiende que es de Don Manuel de Caicedo y Tenorio, pues aunque hubo muchos antes que él y otro después, a él se le da en la ciudad ese título por antonomasia.
Doña Francisca murió mucho antes que Don Manuel.
Doña Josefa casó con Don Nicolás del Campo y Larraondo y tuvo descendientes. Hermano de éste Don Nicolás era el eminente y sabio Sacerdote Don Mariano del Campo y Larraondo.
Doña Gertrudis murió célibe y muy anciana.
Doña Rosa murió de monja del Carmen en Popayán. ¿Sería este monjío causado por algunos amores desgraciados?
Don Manuel Joaquín llegó a la vejez y dejó honorable descendencia.
Don Fernando murió joven, a tiempo en que iba a ordenarse de Sacerdote.
Don Manuel José recibió las órdenes sagradas, llegó a ser Arcediano de Cuenca, tomó parte en la independencia de la Patria que se proclamó en 181O y fue desterrado a Manila, en las islas Filipinas. De allá volvió después de muchos años a morir en su nativo suelo al lado de su familia.
Don Joaquín, el más notable de los hijos de Don Manuel, fue el último Alférez Real de Cali, abrazó con entusiasmo la causa de la Independencia, tomó las armas contra los ejércitos del Rey, fue nombrado Presidente de la Junta de Popayán; y en Pasto, después de una capitulación, fue fusilado por los realistas el 26 de Enero de 1813. Dejó también una familia muy honorable.Fuente(s):
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Tenemos que los personas principales de la obra El Alférez real son: Daniel e Inés de Lara y Portocarrero. Entre los personajes secundarios podemos mencionar: Manuel de Cayzedo, Fernando Arévalo, Fray José Joaquín Escovar, Henrique Cayzedo, Dolores Otero, Fermín y Andrea.
Esta obra es romántica y costumbrista, de lo más reconocido en la escritura colombiana.
Por esta razón, tenemos que Daniel e Inés son los personajes principales, pues la historia se centra en el romance de estos dos, y las circunstancias que pasan en un mundo clasista.
Puedes saber más de esta obra en https://brainly.lat/tarea/10690015.
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