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¿Qué es lo que convierte a un autor y a su obra en clásicos? ¿Qué diferencia hay entre un clásico y una obra de excelente calidad? ¿Cada época tiene sus clásicos o estos lo son atravesando todas las épocas? ¿Existe alguna receta para convertir un texto en clásico? ¿Con el permiso de quién una obra es incorporada al canon de una tradición literaria? ¿Se puede perder la condición de clásico?
Todos en algún momento hablamos de clásicos, pero ¿estamos seguros de hacer referencia al mismo concepto? ¿o cada lector tiene su propio concepto de clásico y por lo tanto su propia lista de consagrados por esta categoría? Como todas las categorías constituidas por dimensiones no cuantificables la de "clásico" tiene los mismos problemas de definición. No queda más opción pues que recurrir a las definiciones que de este concepto hacen algunos escritores, críticos literarios y profesores, tan subjetivas ellas como lo que pretenden definir.
Saint-Beuve piensa que un clásico, además de un texto que debe enriquecer el espíritu humano, debe ser sensato, bello y sano y ser fácilmente contemporáneo a todas las épocas. Pero lo importante de un clásico es que "nos devuelve nuestros propios pensamientos con toda riqueza y madurez [...] y nos da esa amistad que no engaña, que no puede faltarnos y nos proporciona esa impresión habitual de serenidad y amenidad que nos reconcilia con los hombres y con nosotros mismos".
Azorín nos da una visión dinámica de clásico, el cual debe reflejar la sensibilidad moderna y por lo tanto estar en constante evolución junto con la sensibilidad de las nuevas generaciones. Un clásico estático es un clásico muerto.
Borges piensa que es peligroso "afirmar que existen obras clásicas y que lo serán para siempre" porque el carácter de clásico no le viene dado a una obra por sus cualidades o méritos intrínsecos, sino por acuerdos y decisiones previas de generaciones de lectores que "han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término".
Gadamer distingue entre el aspecto normativo y el aspecto histórico de lo clásico, cosa que ya habían hecho antes Herder y Hegel, y entre la validez permanente e imperecedera de lo clásico y su función como mediador histórico, como engarce entre épocas.
Para Italo Calvino un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir, es un libro de relectura, de descubrimiento constante, cargado de huellas y señales, que suscita incesantemente "polvillo de discursos críticos" y que en definitiva sirve para definirse a uno mismo en relación o quizá en contraste con él.
En todo caso un clásico forma parte de una continuidad cultural y representa una influencia, consciente o inconsciente, ineludible para todo aquel que lee y escribe dentro de esa cultura. Cultura que lleva escondidos en todos sus pliegues las marcas de sus clásicos.