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Respuesta:Lo primero que observamos al entrar en las selvas y bosques es el color verde de las plantas, y si guardamos un poco de silencio también podemos escuchar los sonidos de las aves e insectos. Esta perspectiva nos permite darnos cuenta de que los seres vivos no viven aislados, es decir, forman parte de un “todo” o ecosistema.
Los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren, no obstante, sus interacciones con otras especies determinan si una de sus etapas de vida es cumplida o regulada. En este sentido, las interacciones ecológicas pueden clasificarse en positivas (mutualismos) y negativas (antagonismos). Las interacciones positivas son aquellas en donde dos individuos de distintas especies se benefician mutuamente, mientras que en las negativas un individuo obtiene beneficios al afectar o matar a otro individuo de otra especie.
Entre las interacciones positivas se encuentran la polinización y la dispersión de semillas. Por ejemplo, las abejas que recolectan néctar para alimentar a sus colonias también transportan el polen entre las flores que visitan (polinización), lo que favorece la reproducción de las plantas. Las aves y los mamíferos también suelen alimentarse de los frutos, y las semillas ingeridas posteriormente son depositadas (dispersión de semillas) a través de sus excretas en sitios alejados de la planta madre, lo que promueve la colonización de las plantas.