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La música es quizás el arte del espectáculo más universal y se da en todas las sociedades, a menudo como parte integrante de otros espectáculos y ámbitos del patrimonio cultural inmaterial, incluidos los rituales, los acontecimientos festivos y las tradiciones orales. Está presente en los contextos más variados, ya sean sagrados o profanos, clásicos o populares, y está estrechamente relacionada con el trabajo o el esparcimiento. También posee una dimensión política y económica: puede contar la historia de la comunidad, ensalzar a un personaje prominente o desempeñar un papel decisivo en algunas transacciones económicas. La música se interpreta en toda clase de ocasiones –bodas, funerales, ritos e iniciaciones, fiestas y diversiones de todo tipo– y cumple otras muchas funciones sociales.
La danza, aunque es muy compleja, se puede definir sencillamente como una serie de movimientos corporales sujetos a un orden y habitualmente acompañados de música. Aparte de su carácter físico, los movimientos rítmicos, pasos y ademanes de la danza suelen expresar un sentimiento o un estado de ánimo, o ilustrar un acontecimiento particular o un acto cotidiano, como ocurre con las danzas religiosas
y las que representan episodios de caza y guerra, o la actividad sexual.
La Samba de Roda de Recôncavo de Bahía
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© Luiz Santoz/UNESCO
Las representaciones teatrales tradicionales suelen combinar la actuación teatral propiamente dicha, el canto, la danza y la música, el diálogo y la narración o la declamación, pero también pueden consistir en espectáculos de marionetas o pantomimas. Estas artes, sin embargo, son algo más que simples “representaciones” ante un público, ya que pueden desempeñar también un papel cultural o social muy importante, como las canciones acompañan las faenas agrícolas o la música que forma parte de un ritual. En un contexto más íntimo, las canciones de cuna ayudan a los niños a dormirse.
Todos los instrumentos, objetos, productos artesanales y espacios relacionados con las expresiones y usos culturales están incluidos en la definición de patrimonio cultural inmaterial que da la Convención. En las artes del espectáculo, esto atañe a los instrumentos musicales, las máscaras, la indumentaria y los adornos corporales utilizados en la danza, así como los decorados y accesorios utilizados en el teatro. Es frecuente que las artes del espectáculo se ubiquen en determinados lugares, que la Convención considera espacios culturales cuando están estrechamente vinculados a la representación.
Hoy en día, muchos tipos de artes del espectáculo corren peligro. A medida que se uniformizan los usos culturales, muchas prácticas tradicionales se van abandonando. Incluso en los casos en que adquieren mayor popularidad, sólo se benefician de ello algunas expresiones, pero otras salen perjudicadas.
La música ofrece quizás uno de los mejores ejemplos de eso, con la enorme popularidad cobrada por las “Músicas del Mundo”. Aunque desempeña un importante papel en los intercambios culturales y estimula la creatividad, con el consiguiente enriquecimiento del panorama artístico internacional, este fenómeno puede crear también problemas. Muchas formas diversas de música se pueden homogeneizar con el propósito de ofrecer un producto coherente. En semejantes situaciones, queda poco margen para determinadas prácticas musicales que son vitales para el proceso de interpretación y las tradiciones de algunas comunidades.
La música, la danza y el teatro son con frecuencia elementos fundamentales de la promoción cultural destinada a atraer al turismo, y suelen formar parte de los espectáculos ofrecidos en los viajes organizados de las agencias turísticas. Aunque pueda atraer más visitantes, aumentar los ingresos de una comunidad o un país determinados y ofrecer un escaparate a su cultura, la promoción cultural de este tipo puede dar lugar a que surjan formas de presentación de las artes del espectáculo adulteradas para el mercado turístico. Si bien el turismo puede contribuir a reavivar las artes del espectáculo tradicionales y dar un “valor de mercado” al patrimonio cultural inmaterial, también puede tener un efecto deformante, ya que a menudo las representaciones se acortan para mostrar una serie de “escenas culminantes” adaptadas para responder a la demanda turística. A menudo las formas artísticas tradicionales se convierten en productos de diversión, con la consiguiente pérdida de importantes formas de expresión comunitaria.
En otros casos, algunos factores sociales o ambientales más vastos pueden tener graves repercusiones para las tradiciones del arte del espectáculo. La desforestación, por ejemplo, puede privar a una comunidad de la madera necesaria para fabricar instrumentos musicales tradicionales.