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La persistencia de la crisis oriental, a la vez que la reorientación creciente de las fuerzas militares porteñas hacia la infantería y la artillería (y el muy comprensible deseo de Rosas de no arrojar todo el costo de la lucha sobre su provincia) aseguraron el surgimiento de un centro de poder militar -y potencialmente político- apoyado en la muy temible y nutrida caballería entrerriana. (...) La situación de Entre Ríos respecto de Buenos Aires (de la que estaba mejor defendida por barreras naturales) y el mayor peso demográfico y económico de la provincia entrerriana hacían de su hegemonía regional un peligro para Buenos Aires. (...) El papel de Urquiza y sus entrerrianos en la guerra oriental (les había tocado eliminar la resistencia de Rivera en la campaña) y frente a la disidencia correntina había aumentado la gravitación de la primera provincia litoral (1).
Justamente el creciente rol de la provincia de Entre Ríos la convirtió en un preciado trofeo que se disputaban rosistas y antirrosistas. En noviembre de 1841 las fuerzas correspondientes a este último bando, comandadas por José María Paz, lograron una importante victoria sobre sus enemigos al derrotar al ejército rosista a las órdenes de Pascual Echagüe en la mencionada batalla de Caaguazú. Derrotado, Echagüe renunció. En su reemplazo, el 15 de diciembre de dicho año fue elegido por la Legislatura provincial don Justo José de Urquiza como gobernador de Entre Ríos.
Como era típico en su época, Urquiza delegó la función de gobierno y se dedicó a defender a la provincia no sólo de las asechanzas de los ejércitos correntinos de Paz, sino también de las fuerzas de Rivera, quien, enterado de la victoria de Paz en Caaguazú, decidió poner en marcha su plan de expansión hacia el Litoral invadiendo Entre Ríos en enero de 1842. En esta alarmante situación, la Legislatura provincial decidió delegar el gobierno con carácter provisional al comandante Vicente Zapata.
El nuevo gobierno del delegado de Urquiza debió hacer frente a una realidad sumamente adversa, derivada de la ubicación de Entre Ríos entre la conflictiva provincia de Corrientes (que estaba levantada en armas contra Rosas) y la de Buenos Aires, cuya política económica lesionaba los intereses comerciales entrerrianos. Apenas iniciado el gobierno de Zapata, éste debió soportar la invasión de las fuerzas de José María Paz, lo que provocó su renuncia y su reemplazo por Pedro Seguí en enero de 1842, adicto al antirrosista Paz. Es interesante señalar que durante el efímero gobierno de Seguí (que se prolongó entre el 29 de enero y el 12 de marzo de 1842) se sancionó por ley del 20 de febrero una vieja aspiración provincial: la admisión de buques de cualquier nacionalidad en los puertos de Entre Ríos situados sobre los ríos Paraná y Uruguay (artículo 1º). A su vez, el artículo 2º de dicha ley establecía que "los buques y mercancías despachados de puertos extranjeros para los de esta provincia, serán considerados en todo como los buques y mercancías nacionales" (2), lo que implicaba disminuir sustancialmente los derechos para lograr el aumento del tráfico y beneficiar al erario de la provincia.
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