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La mayoría de nosotros rara vez nos encontramos con los trozos más grandes de la contaminación por plásticos, que son los componentes más visibles de los basureros oceánicos, como la Isla de Basura del Pacífico, una concentración de plástico girando de un tamaño mayor que el de Texas y descubierta en 1985. Pero todos tragamos regularmente trozos de microplástico. Y aunque los efectos para la salud humana son desconocidos, hay cada vez más pruebas de que están dañando la vida animal, especialmente en los mares.
“Estas pequeñas partículas bloquean o reducen físicamente la funcionalidad de los órganos vitales; en un mejillón, las partículas de microplásticos pueden adherirse a sus órganos de filtración de los alimentos, y en los peces, a las branquias o al interior de sus sistemas digestivos”, explica Sick. Esto puede tener un impacto devastador en la fauna marina.
Según Emmanuel Joncquez, especialista en procesos de biorreactores de membrana en Alfa Laval, la investigación sobre este problema global apenas ha dado sus primeros pasos, aunque el problema tenga cada vez más reconocimiento. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente lanzó este año su campaña Mares Limpios, en la que se anima a los países a tomar medidas como prohibir el uso de microplásticos en los cosméticos.
“El problema podría ser incluso peor de lo que creemos, porque los microplásticos son muy difíciles de encontrar y medir”, explica Joncquez. Algunas redes de arrastre oceánicas han intentado recoger partículas de menos de 0,3 mm de diámetro, y entre este diámetro y los 0,005 mm todavía no existe una forma científicamente aceptada de cuantificarlas. “Cuando se filtra a este tamaño, los sistemas de análisis estándar tienen dificultades para indicar si se trata de un plástico o de otro material”, señala Joncquez.
¿De dónde vienen los microplásticos?
Los microplásticos se dividen entre “materiales primarios” (microplásticos utilizados, por ejemplo, como exfoliantes en productos de belleza y cosméticos, o para quitar pintura y óxido), y “materiales secundarios”. Éstos últimos son fragmentos creados por la desintegración de trozos de plástico más grandes, como fibras de productos textiles, neumáticos de automóviles y embalajes.