¿Qué ciudades va recuperando el Cid? ¿Qué premios va consiguiendo? ¿En poder de quiénesestaban?
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Respuesta:
Hablábamos no hace mucho de huesos ilustres y de esa innata dificultad española, tantas veces demostrada, de darles encaje y paz, reposo y sentido en la cadena de la historia. No sabemos qué hacer con este o aquel general y andamos de trifulca con Franco. Sin reparar, qué interesante, en que hay ciudades que viven precisamente del rédito de huesos barnizados de historia.
Hace poco he vuelto a Burgos. Y al hilo de la novela de Arturo Pérez Reverte recordé que los restos venerables de Mío Cid estaban en un vetusto cajón de madera medieval colocado en la pared de la catedral como el que pone un frasco de pepinillos en una estantería. Ahora, sin embargo, he visto el arcón como una de las mil piezas que configuran un museo catedralicio que quita el hipo, magnífico por su calidad y sentido didáctico.
No, las ciudades no son tontas. Y Castilla-León lleva más 30 años sacándole un rendimiento magnífico a una idea genial, 'Las Edades del Hombre', que ha puesto en limpio docenas de iglesias y ha dado unos once millones de turistas a una región que está sabiendo aunar con maestría la cocina y el patrimonio, los vinos y la cultura.
Las ciudades de nuestra Castilla la Vieja, listas como pocas, sostienen un invento que aúna el esfuerzo de obispos y diputaciones. Paco Camps lo quiso traer a Valencia pero, ya se sabe: 'La luz de las imágenes' duró mientras que él pudo mantener el empeño.
El arcón de los huesos del Cid está en el museo y el Cid mismo, sin importarle a nadie el uso indebido que el franquismo hizo del personaje, reposa en el crucero de la Catedral, bajo una losa que siempre tiene velas y flores: cuando yo fui había varios ramos valencianos. Mientras tanto, el hermoso templo, que acaba de estrenar una moderada calefacción, respetuosa a la vez con el patrimonio y la salud del visitante, se prepara para celebrar su VIII Centenario en el año 2020. El repique va a ser solemne: la región entera se va a volcar sin fisuras para la conmemoración.
El Cid, claro, va a ser la estrella. Sin impedimento de que cada día, en el monasterio de San Pedro de Cardeña, los monjes sigan mostrando las tumbas que él y doña Jimena ocuparon durante siglos hasta que los franceses de Napoleón lo profanaron todo y esparcieron los hueso
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