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Atenas (428 a.C.), documentada con detalle por Tucidides, aunque hay descripciones
más confusas de la Peste de Agrigento (406 a.C.) y Siracusa (396 a.C.) así como de la
Peste Julia (180 a.C.) y de la mítica Peste de Egina que Ovidio menciona en sus
"Metamorfosis". El imperio romano tampoco se libró de la peste. Marco Aurelio fue
vicitima de la primera epidemia y En Roma y llegaron a morir en el siglo III c.C. cerca
de 5.000 personas al día por su causa. Las grandes epidemias influyeron en la
Historia. Así se cree que el fracaso de Justiniano en restaurar la unidad imperial en el
Mediterráneo se debió en gran parte al efecto de la plaga que disminuyó
alarmantemente sus ejércitos. Del mismo modo las fuerzas romanas y persas
perdieron su resistencia ante los ejércitos musulmanes en en año 637. El avance del
Islam separó el Este del Oeste. Estas fueron las epidemias más importantes de este
periodo:
Peste de Atenas
Una de las epidemias más devastadoras de la antigüedad fue
la peste de Atenas que se propagó en el año 428 a.C. narrada
por Tucídides en su obra "La guerra del Peloponeso". Afirma el
historiador que la peste procedía de Etiopía y que se producía
en las grandes aglomeraciones de las ciudades, los grandes
calores y las guerras. El relato que dejó de esta epidemia es
tan rico en informaciones que merece ser conocido en el texto
original, del cual entresacamos estas líneas: "en el principio del verano, los
peloponesos y sus aliados invadieron el territorio da Ática. (...). Pocos días después,
sobrevino a los atenienses una terrible epidemia, la cual atacó primero la ciudad de Lemos y otros lugares.
Peste de Agrigento
Diógenes Laercio recogió varias leyendas sobre la muerte de
Empédocles, que además de filósofo y físico, fue conocido por sus
habilidades como médico y sus actividades relacionadas con la
magia o con el chamanismo. Una de estas leyendas decía que
Empédotes se habría arrojado al fuego tras realizar una curación
milagrosa siendo desde entonces adorado por sus conciudadanos
como un dios: "... habiendo acometido a los selinuncios un
contagio de peste por el hecho de un río cercano corrompido, de
modo que no sólo morían, sino que también se les dificultaban los partos a las
mujeres, discurrió Empédocles conducir a él a costa suya dos de los ríos más
inmediatos, con cuya mezcla se endulzaron las aguas. Cesada la peste, y hallándose
los selinuncios celebrando un banquete a las orillas del río, apareció allí Empédocles;
y ellos, levantándose, lo adoraron como un dios y le ofrecieron sus votos. Así,
queriendo confirmar esta opinión, se arrojó al fuego. Pero Timeo contradice esto,
diciendo abiertamente cómo Empédocles se retiró al Peloponeso y ya no volvió; por
cuya razón es incierta su muerte"). Lo que parece cierto es que Parece que
Empédocles mandó tapiar una garganta estrecha por donde soplaba un viento
cargado de "horribles efluvios" de un pantano cercano.
Peste de Siracusa
Esta plaga sobrevino en el año 396 a.C, cuando el ejército
cartaginés sitió Siracusa, en Itália. La enfermedad surgió entre
los soldados cartagineses, expandiéndose rápidamente entre
ellos y diezmando su ejército . Se manifestó inicialmente con
síntomas respiratorios, fiebre, tumefacción del cuello y dolores
costales. Seguidamente aparecían disenteria y erupciónes
pustulosas en toda la superficie del cuerpo. Los soldados
morían entre el cuarto y sexto día, con ataques de delirio y sufrimientos atroces
Peste Antonina
Así llamada por haber surgido en el siglo II d.C, cuando
gobernaba Roma el emperador Marco Aurelio, de la familia de
los antoninos. Causó gran devastación en la capital del
imperio, extendiéndose a toda a Italia y a la Galia (Francia).
Galeno describió los síntomas presentados por los enfermos
de esta manera: "ardor inflamatorio en los ojos; enrojecimiento
sui generis de la cavidad bucal e de la lengua; aversión a los
alimentos; sed inextinguible; temperatura exterior normal, contrastando con la
sensación de abrasamento interior; piel enrojecida y húmeda; tos violenta y ronca;
signos de flegmasia laringobronquica; fetidez do aliento; erupciones y fístulas, diarrea,
agotamiento físico; gangrenas parciales y separación espontánea de órganos;
perturbaciones de las faculdades intelectuales; delirio tranquilo o furioso y muerte
entre el séptimo y noveno día". Una de las víctimas de la peste Antonina fue el proprio
Imperador, Marco Aurelio.
La peste del siglo III
Oriunda do Egipto, se expandió con rapidez a Grecia e Italia,
devastando el Imperio Romano. San Cipriano, obispo de Cartago,
dejó la siguiente descripción de la dolencia: "se iniciaba por un fuerte
dolor de vientre que agotaba las fuerzas. Los enfermos se quejaban
de un insoportable calor interno. Luego se declaraba angina
dolorosa; vómitos se acompañaban de dolores en las entrañas; los
ojos inyectados de sangre. (...). Unos perdían la audición, y otros la
vista. En Roma y en ciertas ciudades de Grecia, morían cerca de
5.000 personas por día"