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Respuesta:
En los territorios granadinos el regadío ocupaba una superficie escasa en relación al secano (ver tabla 1), aunque su importancia económica era, en proporción, bastante mayor debido a su elevada productividad y a que su práctica era dominada perfectamente por los cristianos nuevos. De ahí que la figura de los moriscos hortelanos se haya convertido en un tópico, llegando incluso a afirmarse que no practicaron la agricultura de secano. Las parcelas irrigadas se localizaban generalmente en las cercanías de los núcleos de población, junto a ríos y ramblas, en laderas de escasa pendiente, y en las vegas cercanas a las desembocaduras. El morisco derrochó todo su ingenio cultivador en las huertas, muchas de ellas situadas en zonas contiguas a las viviendas urbanas.
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