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en las teorías premendelianas de la herencia (entre ellas la ley de la regresión a la media, formulada por el propio Galton), que él interpretaba desde un hereditarismo muy estricto, y la teoría de la evolución darwiniana, en el sentido de que era necesario favorecer la acción de la selección natural sobre las poblaciones humanas, sobre todo porque, según su punto de vista, el efecto de la selección se encontraba muy debilitado a causa de los efectos de la urbanización. En este sentido escribirá en 1873: «Llegará a ser reconocida como tarea fundamental el anticiparse al lento y firme proceso de la selección natural, esforzándose por eliminar las constituciones débiles y los instintos innobles y despreciables, y por conservar aquellos que son fuertes, nobles y sociales» (7).
La influencia que la teoría de la evolución darwiniana, y más en concreto, la publicación de El origen de las especies, ejerció sobre Galton fue realzada por él mismo: «La publicación en 1859 del Origen de las especies de Charles Darwin marcó un período de mi propio desarrollo mental, tal como lo hizo en el pensamiento humano en general. [...] Tuve poca dificultad en relación con el Origen de las especies, ya que devoré su contenido y lo asimilé tan rápidamente como lo devoré, un hecho que quizás debe atribuirse a una unión hereditaria de la mente que ambos, su ilustre autor y yo, hemos heredado de nuestro abuelo común, Dr. Erasmus Darwin» (8).
Para Galton, la traslación de la idea de selección natural desde el mundo de las especies animales a las sociedades humanas era mucho más que una simple analogía. En su creencia, respondían exactamente al mismo mecanismo, concebido como una lucha despiadada y sin cuartel en la que los más débiles sucumbían inexorablemente frente a los más fuertes y aptos: «En cuanto a la fuerza, agilidad y otras cualidades físicas, la ley de selección natural de Darwin actúa con una severidad desapasionada y despiadada. El débil muere en la batalla por la vida, los individuos más fuertes y capaces son los únicos a los que se permite sobrevivir y legar su vigor constitucional a las generaciones futuras. ¿Hay alguna regla correspondiente con el carácter moral? Yo creo que la hay y ya he aludido a ella cuando hablaba de los indios americanos» (9).
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