Respuestas
1. Introducción
Una de las características que definen a los grupos sociales es su dinamismo o su capacidad de
transformarse. En este sentido, una de las interrogantes que me planteo como investigadora de lo social,
desde el punto de vista antropológico, es de qué manera podemos medir o evaluar cómo aquellos rasgos
tangibles o intangibles, resultantes de la construcción de lo “identitario” caracterizado por las diversidad de
actitudes, formas de concebir el universo y representaciones simbólicas; se van desarrollando y
manifestando en contextos cercanos a nosotros y cómo influyen en la forma en que edificamos el mundo
social.
Para este ejemplo y partiendo de lo anterior, considero que la interacción que se lleva a cabo entre
el maestro y el alumno, a partir de las actividades que se establecen en los programas educativos, es una
forma válida de observar parte de este dinamismo, ya sea a través de la investigación pedagógica,
educativa o, como ya lo señalé, antropológica.
El salón de clases es un laboratorio, un espacio dentro del cual los docentes pueden detectar
algunos de los factores que influyen en ésta relación tanto positiva como negativamente1
.
Al respecto, y como parte del desarrollo de las competencias, entendidas como capacidades
complejas que desarrolla una persona y que poseen distintos grados de integración (UNESCO 2005); el aula
es considerada como un espacio de simulación donde debe incentivarse el interés y la motivación (ídem);
actitudes o rasgos que, desde mi perspectiva, nos permiten conocer la manera en que los jóvenes resuelven
situaciones o se aproximan a ellas.
Tomando en cuenta el panorama ya esbozado, este trabajo tiene como objetivo reflexionar sobre
de qué manera los adolescentes actuales pueden identificarse o no, con los propósitos que se establecen en
Explicación: