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La práctica docente sobre la guerra de 1879 en los colegios chilenos y sobre todo en las regiones fronterizas del norte de Chile -aun en pleno siglo XXI-, es excluyente y hegemónica. Esta fomenta la exaltación del concepto de patria transferido a los estudiantes como una expresión del nacionalismo estatal, sosteniendo a la asignatura de historia como generadora de la nacionalidad, tal cual lo planteará Foucault (1996), como una manifestación microfísica del poder. En este sentido, se produce un dispositivo de saber/ poder nacionalista que establece los contenidos de la guerra de 1879 y un profesor de historia como transmisor de dichos conocimientos, para que los estudiantes se sientan chilenos y reafirmen su identidad nacional, a través no solo del conocimiento del conflicto, sino también en una adscripción casi mítica con las figuras de los héroes patrios y de las batallas; lo que excluye a un número importante de estudiantes de contextos transfronterizos provenientes de Perú y Bolivia, y otros que ya son chilenos, pero que contienen en su familia una memoria histórica inherente a sus propios héroes y batallas.1
Para el caso del norte de Chile, la exaltación de héroes -como por ejemplo, el caso del capitán Arturo Prat, que incluso es el símbolo máximo del héroe guerrero en Chile-, representa la exacerbación del ícono ejemplar e inmortal en la historia y la literatura. Situación que responde a esta intención de imaginarios iconoclastas heroicos ques e plasman en la educación e historia nacional desde la época decimonónica que reproduce desde entonces una identidad de perpetuación nacionalista en el tiempo,2 a pesar de existir tratados de paz entre Chile, Perú y Bolivia,3 existen aún tensiones incubadas desde la Guerra del Pacífico que son reflejo del culto nacionalista, que utiliza a la memoria histórica como elemento de exaltación patriótica y exclusión del otro, generando con ello una diferenciación con el otro del pasado que se actualiza, dadas las problemáticas diplomáticas del presente.
Cada cierto tiempo se recurre a estas mismas prácticas simbólicas xenofóbicas, que exacerban preferentemente desde el ámbito político, problemáticas fronterizas que en el contexto de la globalización e integración de los mercados son cada vez más difusas, producto de la constante y creciente migración transfronteriza en el norte de Chile, generando con ello un interesante escenario de conflictividad histórica con la alta inmigración presente en la zona.
En este contexto, resulta pertinente desarrollar propuestas para los procesos de enseñanza-aprendizaje en las aulas del presente siglo, pues hoy conviven en ellas, tres memorias históricas (peruana, boliviana y chilena), que son heredadas desde el Estado, como relatos nacionalistas en las aulas, lo que implica un desafío importante para los docentes de historia, que deben generar competencias pertinentes de integración en contenidos históricos y pedagógicos que permitan un vuelco importante en cómo tratar la guerra de 1879 en las escuelas desde una pedagogía inclusiva.
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Que por más complicada y dificil que se vea una situcación que tus oportunidades de poder afrontarla y salir victorioso es algo imposible que no se debe dejar levar uno por las imitaciones nunca porque las únicas piedras en el camino que existen son las que se pone uno mismo y se puede seguir con la perseverancias y las ganas de querer superar esos problemas para poder darse cuenta que todo se puede en esta vida y que esas barreras inmensas se pueden derrumbar.
Explicación:
Me enseñó a no rendirme ante los problemas y luchar hasta el final.