Respuestas
Respuesta:
Luis de Torres se llamaba el judío converso que Cristóbal Colón, Almirante de la Mar Océana, escogió como intérprete para el que sería su legendario primer viaje en búsqueda de China. Se sabe que había trabajado en la oficina del gobernador de Murcia y estaba encargado de traducir —imaginaba el Almirante— los discursos de los reyes asiáticos que esperaban encontrar. Hablaba, se afirma, el árabe y el caldeo. Colón hablaba castellano y genovés. Sus tripulantes eran asturianos, gallegos, vascos; había un portugués, un veneciano.
¿Y qué hablaban los indios de las islas con quienes se toparon en su ruta hacia la fabulosa China? Muy pronto se hizo evidente que la comunicación plena era imposible y que ni siquiera las señas servían. La imposición brutal no sólo fue para buscar oro y esclavizar, sino también para denominar a todo lo nuevo que hallaban los españoles. La comunicación con el Nuevo Mundo se hizo entonces por medio de una mezcla de malentendidos, distorsiones, voces mezcladas del español y los dialectos o idiomas nativos. Las traducciones de los misioneros, muy forzadas, contribuyeron igualmente a la incomprensión; a lo que ayudaron los llamados indios “ladinos” que con frecuencia malinterpretaban tanto el castellano como el idioma que hablaban.
Explicación:
No debiera extrañar, por lo tanto, que el principal intérprete de la expedición de Francisco Pizarro al territorio de los Incas, Felipillo, confundiera más que ayudara en el desgraciado episodio de Cajamarca que culminó con la captura de Atahualpa y su posterior muerte. El pretexto español, insisten muchos historiadores, fue aquel gesto de presunto desprecio del Inca por el libro, la Biblia —que le alcanzó el padre Valverde— y que terminó arrojándolo al suelo. Garcilaso de la Vega se refiere a este episodio y llama la atención sobre “Felipe, indio trujamán y faraute de aquel auto, que era natural de la isla Puna, y de gente muy plebeya, mozo que aún apenas tenia veinte y dos años, tan mal enseñado en la lengua general de los Incas como en la particular de los españoles...”. Citemos ampliamente a Garcilaso:
Tal y tan aventajado fue el primer intérprete que tuvo el Perú, y, llegando a su interpretación, es de saber que la hizo mala y de contrario sentido, no porque lo quisiese hacer maliciosamente, sino porque no entendía lo que interpretaba y que lo decía como un papagayo; y por decir Dios trino y uno, dijo Dios tres y uno son cuatro, sumando los números por darse a entender. Consta esto por la tradición de los quipus, que son los nudos añales, de Cassamarca, donde pasó el hecho, y no pudo decirlo de otra manera porque para declarar muchas cosas de la religión cristiana no hay vocablos ni manera de decir en aquel lenguaje del Perú…