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El caso que ahora nos ocupa es la pregunta por el hombre. ¿Qué es el hombre? ¿Qué lugar ocupa entre el resto de seres del universo? Esta pregunta, en contra de la pretensión kantiana, ha sido respondida desde la esfera religiosa. En el relato judeocristiano de la creación del universo, observamos cómo se establece que el ser humano fue creado por Dios, como punto culminante de la creación, y que lo creó a su imagen y semejanza (Génesis 1, 26), y que sobre él Dios insufló el aliento de vida (Génesis 2, 7). Por si hubiera alguna duda acerca de la perspectiva que adopta la tradición judeocristina en torno a la caracterización del ser humano y de su lugar en el universo, el Salmo 8 es bastante elocuente:
Al ver el cielo, obra de tus manos, la luna y la estrellas que has creado:
¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies:
todos los rebaños y ganados, y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar y cuanto surca los senderos de las aguas.
¡Señor, nuestro Dios, qué admirable es tu Nombre en toda la tierra! (Salmo 8, vv 4 -10)
Esta concepción del ser humano resistió tanto los envites de la reflexión filosófica como el paso del tiempo. Ni siquiera el materialismo de corte marxista, o la posterior irrupción de la irracionalidad de la mano de Freud, fue capaz de doblegar esta postura.
La perspectiva religiosa (especialmente la judeocristiana) había ido tejiendo, en el trascurso de la historia, sus dogmas fundamentales. De ellos nosinteresa resaltar los siguientes:
1º El ser humano es superior al resto de criaturas. Entre él y el resto de criaturas habría un salto cualitativo, análogo al que existiría entre el creador y las criaturas.
2º La superioridad proviene de la posesión del alma, no solo principio de vida, sino también vehículo de la racionalidad.
3º Esa superioridad se expresa en términos de dignidad, entendida como reflejo de Dios. Somos respetables en la medida en que expresamos la grandeza de Dios.
Explicación:
1º El ser humano se percibe como un ser superior respecto al resto de criaturas. No obstante es un producto de la evolución, por lo que la separación entre éste y el resto de especies animales no es tan grande como se pretendía.
2º Más que de superioridad, deberíamos hablar de mayor complejidad y mayor plasticidad adaptativa, gracias al desarrollo de un órgano muy poderso y complejo: el cerebro. Éste sería el responsable de eso que llamamos procesos mentales (tanto conscientes como inconscientes).
3º El concepto de dignidad de no se agota necesariamente en la especie humana, sino que cabría la posibilidad teórica de extenderlo a otras especies, especialmente al grupo de los grandes simios (chimpancés, orangutanes, bonobos y gorilas). Con independencia de la justificación ética que adoptemos (utilitarismo, iusnaturalismo, convencionalismo, etc.) la dignidad sería una propiedad inmanente a la especie, y en ningún caso dependiente de un Dios.
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