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Martin Lutero, quien fue el propulsor principal de la reforma protestante, por mucho tiempo estuvo perturbado por dudas y preocupaciones. Su pecado le causaba culpa, a tal punto que vivía en una constante depresión. Ahora, en gran parte su tormento se debía a las enseñanzas antibíblicas que aprendió desde muy temprana edad y que fueron afianzadas a lo largo de su carrera como fraile de la iglesia católica. Una de estas falsas enseñanzas, aún predominante en la Iglesia Católica hoy, fue enseñada inicialmente por Tomás de Aquino y luego confirmada en el concilio de Trento:
“Si alguno dijere, que tiene una certeza absoluta e infalible de seguridad de tener el don de perseverancia hasta el final, a menos que haya aprendido esto por revelación especial; sea anatema”.
En los primeros escritos de Lutero se pueden ver reflejos de esta doctrina. En sus comentarios sobre el libro de Romanos (1515-1516), en 3:22, un verso que claramente habla de la justicia de Dios a través de Jesús, Lutero comentó lo siguiente: “ya que no somos capaces de saber si contamos con toda palabra de Dios o negar alguna… Tampoco somos capaces de saber si realmente somos justificados o salvos”. Este tipo de comentarios nos hace ver que Lutero no había llegado a una convicción plena del significado real del evangelio, ya que estaba opacado por la falsa interpretación bíblica de la Iglesia Católica.
Un día, mientras Lutero meditaba en las Escrituras en su oficina en Wittenberg, el leer Romanos 1:17 –“Mas el justo por la fe vivirá”– inició un cambio en su interior. Esa noche Lutero no pudo dejar de pensar en ese pasaje. El Espíritu Santo obró en él de una manera tal que no podía contenerse ante tal verdad. Lutero entendió que lo que aprendió en el Catolicismo, y que por tantos años había enseñado, era contrario a la Palabra. Y es que Dios establece que la salvación es algo que viene solo por Su gracia, y por ende los hombres no podemos ganarla. Esa gracia de Dios solo puede ser obtenida a través de la fe en Cristo Jesús.
Luego de revelarse contra las herejías del catolicismo, Lutero hizo un énfasis especial en enseñar que la verdad del evangelio trae certeza al creyente. Esto es apreciado en su énfasis en la doctrina de la justificación solo por fe o “Sola Fide”. De acuerdo a Lutero, la justificación solo por fe y no por obras es el punto en el cual está sostenida la iglesia de Cristo.
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