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el adn la apariencia primitiva la estructura del esqueleto y la forma en que evolucionamos
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JUEGAN
Los niños no son los únicos que pasan horas entretenidos jugando. Los chimpancés dedican muchas horas al juego – que los etólogos o científicos del comportamiento definen como toda actividad que no tiene beneficios claros ni inmediatos-, tanto en su infancia como durante su “juventud”. Científicos de la Universidad de Pisa (Italia) han demostrado que el juego social, es decir, no en solitario sino con otros chimpancés, les ayuda a establecer relaciones sociales sólidas y a desarrollar actitudes cooperativas. Y que, como en los humanos, los modos de jugar y los compañeros de juego cambian a medida que los primates crecen. Entre otras cosas, el juego es más cooperativo en la más tierna infancia, pero se vuelve más competitivo entre los niños y los primates juveniles.SABEN SONREÍR
Estos primates pueden sonreír en silencio, desternillarse de risa o reír a carcajada limpia, una gama y flexibilidad en la comunicación de las emociones positivas que hasta ahora se creía exclusiva de los humanos. Todo apunta a que las expresiones faciales vinculadas a la risa estaban presente en nuestros ancestros simios, y que aparecieron mucho antes de que los humanos evolucionaran.
La única sonrisa que de momento parece exclusiva de los humanos es la llamada sonrisa de Duchenne, una expresión espontánea que se reconoce por la contracción involuntaria del músculo orbicular, situado alrededor de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y forma arrugas o “patas de gallo” en torno a los ojos. Esta es la sonrisa verdadera y genuina, ligada a la activación del sistema límbico del cerebro, donde residen las emociones, según demostró hace años el neurólogo francés Guillaume Duchenne.
SON GOURMETS
A falta de supermercados y restaurantes, los chimpancés están dispuestos a recorrer las distancia que haga falta para encontrar sus ingredientes favoritos para preparar un suculento banquete. Es la conclusión a la que llegaron hace poco científicos de la Universidad de Harvard (EE UU), que también han demostrado que los chimpancés comparten con los humanos la preferencia por la comida cocinada en lugar de cruda, así como la capacidad de comprender los procesos de transformación que se producen al guisar los alimentos. Entre el sabor de una patata cocinada y el de una cruda, los primates se decantan sin dudarlo por el primero. Lo único que les falta para ser chefs, aseguran los investigadores, es el control del fuego. Pero si se les proporciona una olla o una sartén encendidas, los experimentos muestran que aprenden inmediatamente a darle uso.
PIENSAN QUE PIENSAN
Los chimpancés poseen metacognición, es decir, pueden reflexionar acerca de sus propios pensamientos y procesos mentales, tal y como demostraban hace poco investigadores de varias universidades estadounidenses en la revista Cognition. Según los autores, estos primates tienen conciencia de lo que saben y de lo que desconocen, y basándose en eso son capaces de mostrar más o menos confianza en sus respuestas y comportarse en consecuencia. Y esto les permite tomar decisiones inteligentes.
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