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Respuesta:
Enfrascados en la celebración del día del idioma, el 23 de abril pasado, no caímos en cuenta de festejar los ciento cincuenta años del nacimiento de Marco Fidel Suárez, que se cumplieron el mismo día, en concordancia con el natalicio de uno de los más reconocidos y eficientes cultivadores de nuestra lengua.
Suárez, después de una carrera política brillante, y siempre accidentada, fue elegido presidente en 1918, tras derrotar a su rival, el poeta Guillermo Valencia, candidato de una coalición de liberales, encabezados por Benjamín Herrera, de conservadores disidentes, orientados por Laureano Gómez y la Compañía de Jesús, o al revés, y de republicanos al mando de Eduardo Santos. Todos ellos se prepararon para hacerle al gobierno de don Marco oposición implacable, en la tónica camorrera que venía empleando Gómez desde 1914.
Explicación:
Suárez comenzó a desesperarse cuando la tarea de integrar el gabinete tomó el cariz de armar un rompecabezas cuyas piezas no ajustaban. Desistió al fin de la idea de un gabinete mixto y se quedó, contra su voluntad, con uno hegemónico conservador. Logró retener a Esteban Jaramillo y con eso le bastó para conducir al país en medio de la tormenta económica mundial que se precipitó a continuación. El país se salvó del naufragio gracias al buen gobierno de Suárez, y el buen gobierno de Suárez naufragó en la crisis.