• Asignatura: Castellano
  • Autor: Katie345
  • hace 7 años

Ayudenme a hacer un cuento con conservar fomentar y preservar

Respuestas

Respuesta dada por: Carolina1247472
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Respuesta:

Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu

amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en

una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estábamos tan próximos que no podíamos

vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en el calor y el olor que

hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada

y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con

tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos. En el

instante final teníamos un atisbo de completa soledad, cada uno perdido en su

quemante abismo, pero pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego para

descubrirnos abrazados en el desorden de los almohadones, bajo el mosquitero blanco.

Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos. A veces te sentabas a mi lado, con

las piernas recogidas y tu chal de seda sobre un hombro, en el silencio de la noche que

apenas comenzaba. Así te recuerdo, en calma.

Tú piensas en palabras, para ti el lenguaje es un hilo inagotable que tejes como si la

vida se hiciera al contarla. Yo pienso en imágenes congeladas en una fotografía. Sin

embargo, ésta no está impresa en una placa, parece dibujada a plumilla, es un

recuerdo minucioso y perfecto, de volúmenes suaves y colores cálidos, renacentista,

como una intención captada sobre un papel granulado o una tela. Es un momento

profético, es toda nuestra existencia, todo lo vivido y lo por vivir, todas las épocas

simultáneas, sin principio ni fin. Desde cierta distancia yo miro ese dibujo, donde

también estoy yo. Soy espectador y protagonista. Estoy en la penumbra, velado por la

bruma de un cortinaje traslúcido. Sé que soy yo, pero yo soy también este que

observa desde afuera. Conozco lo que siente el hombre pintado sobre esa cama

revuelta, en una habitación de vigas oscuras y techos de catedral, donde la escena

aparece como el fragmento de una ceremonia antigua. Estoy allí contigo y también

aquí, solo, en otro tiempo de la conciencia. En el cuadro la pareja descansa después de

hacer el amor, la piel de ambos brilla húmeda. El hombre tiene los ojos cerrados, una

mano sobre su pecho y la otra sobre el muslo de ella, en íntima complicictad. Para mí

esa visión es recurrente e inmutable, nada cambia, siempre es la misma sonrisa

plácida del hombre, la misma languidez de la mujer, los mismos pliegues de las

sábanas y rincones sombríos del cuarto, siempre la luz de la lámpara roza los senos y

los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos

oscuros caen con igual delicadeza.

Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese

lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en

esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa,

sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de

la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas.

-Cuéntame un cuento -te digo. -¿Cómo lo quieres? -Cuéntame un cuento que no le

hayas contado a nadie.

Explicación: yo misma la cree

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