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Hoy, en este rincón de Internet dedicado a la Oratoria y a las técnicas de hablar en público, no puedo dejar de recordar que ayer se cumplieron cincuenta años de uno de los discursos más famosos del siglo XX: el que pronunció, ayer hizo cincuenta años, Marin Luther King, en Washington, a los pies del monumento a Lincon, ante más de dosicentos mil defensores de los derechos de los negros en EE.UU., y que es recordado por la famosa frase «I have a dream» (Tengo un sueño).
En este discurso, que te invito a disfrutar completo en inglés, con subtítutlos en español en el enlace adjunto, Martin Luther King utiliza elementos clave de comunicación paraverbal para la ejecución de un buen discurso: una potente voz, una perfecta vocalización y articulación, por lo que se le entiende bien todo lo que dice, y un ritmo tranquilo, firme, decidido, marcando bien las pausas para enfatizar las frases importantes.
Los recusos retóricos de Martin Luther King
También usa en su discurso unos cuantos recursos retóricos, como la metáfora: «…habían ardido en las llamas de una marchita injusticia»; «Larga noche de cautiverio»; «El negro vive en una solitaria isla de pobreza», «Las arenas movedizas de la injusticia racial», y otras como la del «pagaré de libertad y felicidad para todos» que habían prometido los fundadores de la nación y el «cheque sin fondos» que a los negros les daba la nación en aquel momento, recurso retórico que arranca uno de los mayores aplausos del discurso; “No nos revolquemos en el valle de la desesperación”, y otras metáforas que salpican todo el discurso dándole un toque retórico-literario.
Otra figura retórica es la anáfora: «Cien años después…», que repite como inicio de varias frases; «Ahora es el momento…», «No podremos estar satisfechos hasta que…», y el famoso «I have a dream»,»Tengo un sueño», que repite, a partir del minuto 12’20”, también como introducción de varias ideas sustanciales del discurso, En esta fase es en la que se le ve más emocionado, lo que se detecta no sólo por el especial tono y fuerza que da a sus palabras, sino por los ligeros movimientos de tensión en las comisuras de sus labios, lo que indica que realmente estaba emocionado por dentro al expresar esas ideas que le nacían de lo más profundo y que significan el momento cumbre del discurso y que son las que han pasado más a la historia. Además, son las frases que no lee, sino que dice de memoria, sin dejar de mirar a la multitud y transmitiendo una fuerza y una convicción especiales. En la recta final todavía utiliza otra vez la repetición de una frase inicial (la anáfora): “Con esta Fé, seremos capaces de…” y también: “¡Que resuene la Libertad!”
Utiliza también el epíteto («jubiloso amanecer»), cita la Constitución de los EE.UU. y la Declaración de Independencia como argumentos de valor que refuerzan el de sus propias palabras, que es el objetivo de cualquier cita de autoridad en un discurso. También utiliza la ironía, que siempre va acompañada del humor, lo que provoca las risas del público («Rehusamos creer que el banco de la Justicia está en bancarrota»). Introduce palabras-fuerza, que refuerzan la carga emotiva del discurso y mueven las conciencias del público, que lo manifesta en forma de aplausos: Libertad, Justicia, Seguridad, Igualdad, etc.Utiliza preguntas retóricas que él mismo responde: «¿Cuándo estaréis satisfechos?»
Aunque lea mira a los ojos
Es un discurso leído en gran parte, pero se esfuerza por mirar continuamente al público, dando énfasis a sus afirmaciones, y los últimos minutos los interpreta de memoria, elevando especialmente el volumen de su voz, mirando de vez en cuando al cielo e incluso levantando los puños al frente, todo lo cual confiere una especial fuerza dramática a sus palabras y a las ideas que expresan..
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Estructura de sus discurso
La estructura del discurso es perfecta: hace una buena introducción, plantea el problema, desgranando casos de discriminación racial que se vivía en EE.UU. en aquellos tiempos, llega a unas conclusiones haciendo un llamamiento a la acción y expresando las negativas consecuencias que tendrá el no hacer caso a sus demandas: «Sería fatal para la Nación pasar por alto la urgencia del momento», y las ideas que siguen, con una llamada a la esperanza: “Esta situación cambiará”, llegando al culmen del discurso en el pasaje ya famoso del “Yo tengo un sueño”, con frases finales en las que de modo especial hace un canto a la esperanza. Y, con el fin de que todos se identifiquen con su mensaje, hace un repaso casi exhaustivo de todos los territorios de los Estados Unidos, de forma que todos los presentes se sientan implicados e identificados.