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A pesar de que eso desencadenó muchos intentos de recrear el logro en la vida real, la electricidad ya había “metido la nariz” en la medicina mucho antes. A día de hoy, esa incursión no tiene pinta de haber parado.
Cómo decíamos, la energía eléctrica tiene que ver con la medicina desde hace mucho. En la Roma antigua ya se empezaba a experimentar las propiedades curativas de las descargas eléctricas que liberan los peces manta (o rayas). Se utilizaban para tratar dolores de cabeza, parálisis, epilepsia y otras dolencias y lo más curioso es que los romanos nisiquiera sabían lo que era la electricidad.
Más tarde, el alemán Johan Gottlob Kruger 1715- 1759 trajo un poco más de rigor científico al asunto. Se cree que fue el primero de una saga de científicos que harían del uso de la electricidad para uso médico su investigación de bandera y se centró en la aplicación de pequeñas descargas para la recuperación de miembros paralizados.
Paralelamente, varios científicos más o menos aficionados y con escasa credibilidad, empezaron a imitar al doctor Frankenstein, con la esperanza de devolver a la vida a personas recién fallecidas. Técnicamente, algo parecido a eso fue posible siglos más tarde.
espero que te sirva
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