Hola quien me ayuda no tengo mucho tiempo.
2. Lee el siguiente fragmento de la obra donde se describe a Frutos, luego transcríbelo al español, como lo conoces hoy día. Recuerda que no puedes cambiar la idea principal.
Frutos era negra de pura raza; lo más negro que he conocido; de una negrura blanda y
movible, jetona como ella sola, sobre todo en los días de vena que eran los más, muy
sacada de jarretes y gacha. No sé si entonces usarían las hembras, como ahora, eso que
tanto las abulta por detrás; sí lo usarían, porque a Frutos no le había de faltar; y era tal su
tamaño que la pollera de percal morado que por delante barría le quedaba tan alta por
detrás, que el ruedo anterior se veía blanquear, enredado en aquellos espundiosos dedos;
de aquí el que su andar tuviese los balanceos y treguas de la gente patoja. Camisa con
escote y volante era su corpiño; en primitiva desnudez lucía su brazo roñoso y amorcillado;
tapábase las greñudas "pasas" con pañuelo de color rabioso que anudaba en la frente a manera de oriental turbante; sólo para ir al templo se embozaba en una mantellina,
verdusca ya por el tiempo; a paseo o demás negocio callejero iba siempre desmantada.
Pero eso sí: muy limpia y zurcida, porque a pulcra en su persona nadie le ganó. ¡Muy zamba
y muy fea! ¿No? Pues así y todo tenía ideas de la más rancia aristocracia, y hacía unas
distinciones y deslindes de castas de que muchos blancos no se curan: no me dejaba juntar
con muchachos mulatos, dizque porque no me tendrían el suficiente respeto cuando yo
fuera un señor grande; jamás consintió que permaneciese en su cuarto, aunque estuviera
con la gota, "porqui un blanco -decía- metido en cuarto de negras, s'emboba y se güelve un
tientagallinas"; iguales razones alegaba para no dejarme ir a la cocina, y eso que el tal
paraje me atraía: cuestión bucólica. Sólo por Nochebuena podía estarme allí cuanto
quisiera, y hasta meter la sucia manita en todo; pero era porque en tan clásicos días toda
la familia pasaba a la cocina. Mi padre y mis hermanos grandes, con toda su gravedad de
señores muy principales, se daban sus vueltas por allí, y sacaban con un chuzo, de la
hirviente cazuela, ya el dorado buñuelo, ya la esponjosa y retorcida hojuela; o bien haciendo
del mecedor revolvían el pailón de natilla, que, revienta por aquí, revienta por más allá,
formaba cráteres tamaños como dedales.
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Respuesta dada por:
0
Respuesta:
y cual es la pregunta?
Explicación:
???????????????
cuelloalejandrapaola:
lee bien todo
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