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Respuesta: Hasta ahora se habían encontrado pruebas de que las sociedades de cazadores y recolectores de Homo sapiens separan el trabajo por sexos, algo que aún siguen haciendo pueblos como los Hadza de Tanzania. Una de las pruebas de esta división del trabajo se puede encontrar en los dientes. La boca se convierte en una tercera mano y los incisivos se usan, por ejemplo, para sujetar un trozo de piel o de carne y, mientras se sujeta con una mano, se corta con la otra ayudados de una herramienta de piedra. En ocasiones la herramienta choca con los dientes y deja unas marcas características que les sirven a los paleoantropólogos para estudiar los usos “culturales” de esa tercera mano. Varios estudios con Homo sapiens primitivos y también de los que actualmente viven como cazadores y recolectores en África han encontrado evidencias de que las marcas de este tipo son diferentes en hombres y en mujeres, lo que evidencia una especialización de las tareas.