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El proyecto de investigación “Efecto de los disturbios sobre funciones ecosistémicas en el Monte Central: implicancias para el uso sustentable del bosque de Prosopis flexuosa (algarrobo) del Monte”, es dirigido por el doctor Pablo Villagra, co-dirigido por el doctor Juan Alvarez y financiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado (SeCTyP) de la UNCuyo. Y se propone, precisamente, incrementar el conocimiento sobre estas áreas boscosas y plantear estrategias para su manejo y recuperación.
Como se sabe, más de la mitad del territorio argentino se encuentra dentro de ambientes áridos y semiáridos. En esos sistemas áridos, el algarrobo (Prosopis flexuosa) forma bosques donde existe disponibilidad extra de agua, principalmente por la presencia en el subsuelo de una napa de agua freática accesible.
La investigación -que este equipo lleva a cabo hace más de diez años- comenzó con la descripción de la distribución y estructura del bosque y estudió aspectos de su funcionamiento ecosistémico relacionado con el ciclo del agua, los nutrientes y la productividad.
Para ello, se realizaron diversas mediciones y experimentos, a través de sensores, para estudiar dónde está y cómo se mueve el agua en el ecosistema; cómo están hídricamente y nutricionalmente los árboles y los cambios de nivel de la freática -que es el agua subterránea- a través de los freatímetros.
Otro de los aspectos que estudian los investigadores está relacionado con la silvicultura (del latín: selva, bosque, y cultura, cultivo) a través experimentos de poda y de extracción de leña.
El estudio aborda todos los bosques de monte, sobre todo en Mendoza pero también San Juan, La Rioja y Catamarca. Es decir, toda la zona árida del Oeste argentino que se incluye en la provincia biogeográfica del Monte, donde llueve menos de 350 milímetros anuales.
Actualmente, analizan el efecto de los puestos en los que habitan las familias del desierto (donde puede haber crianza de ganado y la extracción de madera) y los comparan con las superficies deshabitadas. Lo que interesa ver es cómo el hombre está usando ese lugar y cómo es la relación entre el bosque y el hombre.
Desde la perspectiva de este equipo, la conservación está atada a la utilización de los recursos en forma sustentable. Por lo tanto, lo que intentan es darles herramientas a los habitantes del bosque para que puedan usarlo pero, a su vez, lo conserven para las generaciones futuras.
Para estudiar este “impacto” se utilizan métodos de medición de vegetación y de poblaciones de árboles -a través de la división del bosque en parcelas en las que se miden el diámetro y altura de los árboles-. Con esta información, se puede estimar cuánta madera hay y cuál es la densidad de los mismos.
También a través de estudios dendrocronológicos -que es el estudio de los anillos de crecimiento de los árboles- se calcula cuánto produce por año cada árbol y todo el bosque.
A partir de estos datos, los investigadores evalúan las tasas de productividad que se relacionan con la cantidad de madera que podría usar un poblador para que sea sustentable su uso, es decir, para mantener el bosque a perpetuidad.
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