• Asignatura: Castellano
  • Autor: luzmadiazpalacios
  • hace 7 años

Urgente: 5 Necesito poemas sobre el mismo tema, pero de diferente época literaria (movimiento literario)​

Respuestas

Respuesta dada por: dayana162005
6

Respuesta:

espejo (silvia plath)

soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.

Todo lo que que veo lo trago de inmediato

tal como es, sin que me empañen ni el amor ni el disgusto.

No soy cruel, soy sincero,

el ojo de un pequeño dios de cuatro ángulos.

La mayor parte del tiempo la paso meditando sobre la pared de enfrente.  

Es rosada, con manchas. Tanto la miré que

me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias.

Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.

Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,

buscando en mi extensión su verdadero ser.

Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.

Veo su espalda y la reflejo fielmente.

Ella me recompensa con lágrimas y agitando las manos.

Soy importante para ella. Ella viene y va.

Es su cara, cada mañana, la que reemplaza la oscuridad.

En mí, ella ahogó a una muchacha, y en mí, una vieja

se alza hacia ella día tras día, como un pez terrible».

me gusta mi cuerpo cuando... (E.E.Cummings)

«Me gusta cuando mi cuerpo esta junto

al tuyo. Es algo tan nuevo.

Mejores músculos y más nervioso.

Me gusta tu cuerpo. Lo que hace,

sus modos. Me gusta sentir la columna

de tu cuerpo y sus huesos, y la tembladera

–firme– delicadeza y de la cual

vez y vez y vez

besaré, me gusta besar esto y eso de ti,

me gusta, lentamente acariciar, la pelusa chocante

de tu piel eléctrica, y de lo-que-es que

viene sobre tu carne abierta. . . . Y los ojos grandes de amorosas migajas,

y posiblemente me gusta el encanto

bajo el mío del tuyo tan nuevo».

cancion de otoño en primavera (Ruben Dario)

«Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste

historia de mi corazón.

Era una dulce niña, en este

mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura;

sonreía como una flor.

Era su cabellera obscura

hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.

Ella, naturalmente, fue,  

para mi amor hecho de armiño,

Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más

halagadora y expresiva,

la otra fue más sensitiva

cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura

una pasión violenta unía.

En un peplo de gasa pura

una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño

y lo arrulló como a un bebé...

Y te mató, triste y pequeño,

falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,

¡te fuiste para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca

el estuche de su pasión;

y que me roería, loca,

con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso

la mira de su voluntad,

mientras eran abrazo y beso

síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera

imaginar siempre un Edén,

sin pensar que la Primavera

y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas,

en tantas tierras siempre son,

si no pretextos de mis rimas

fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa

que estaba triste de esperar.

La vida es dura. Amarga y pesa.

¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,

mi sed de amor no tiene fin;

con el cabello gris, me acerco

a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro...

y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!».

romance de la luna (Federico de Garcia Lorca)

La luna vino a la fragua

con su polisón de nardos.

El niño la mira mira.

El niño la está mirando.

En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.

Si vinieran los gitanos,

harían con tu corazón

collares y anillos blancos.

Niño déjame que baile.

Cuando vengan los gitanos,

te encontrarán sobre el yunque

con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.

Niño déjame, no pises,

mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba

tocando el tambor del llano.

Dentro de la fragua el niño,

tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,

bronce y sueño, los gitanos.

Las cabezas levantadas

y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya,

ay como canta en el árbol!

Por el cielo va la luna

con el niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,

dando gritos, los gitanos.  

El aire la vela, vela.

el aire la está velando».

Espero que te sirva

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