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Hace tres meses era impensable que un virus acaparase las portadas de los principales medios de comunicación del mundo. Hoy el coranovirus es el protagonista de la actualidad y está poniendo en jaque a la economía mundial. Es el enemigo común a batir. Tres reflexiones rápidas sobre este evento:
La globalización se ha convertido en el mejor aliado del coronavirus. La peligrosidad de un virus depende del grado de mortalidad y de la velocidad de propagación. Sobre el primero y si nos creemos las estadísticas oficiales, no parece que sea más letal que la gripe común, además de cebarse especialmente en las personas mayores y con problemas de salud previos. Pero el coranovirus sí destaca por su velocidad de propagación, impulsado por la sociedad global actual que está funcionando como un acelerador para su rápida distribución. El aumento de la movilidad de las personas que tantas bondades ha supuesto a la sociedad y a la economía en las últimas décadas, se ha convertido en el mejor aliado del virus. De ahí que la principal medida que han tomado las autoridades de los países infectados para ralentizar su propagación es crear compartimentos estancos, aislar las zonas contaminadas, crear cortafuegos para evitar una pandemia mundial. Las primeras decisiones han sido la cancelación de rutas comerciales, eventos internacionales, el confinamiento de millones de personas en sus casas / ciudades. Básicamente restringir la libre circulación de las personas. Medidas extremas para tiempos excepcionales. Tampoco ayuda que la transmisión del virus sea a través del aire a diferencia de otros virus que necesitan intercambio de fluídos como el del VIH.
La sociedad está sobrerreaccionando a este evento. No es que no crea que es una amenaza importante: lo és, y se ha de hacer todo lo que sea necesario para erradicar el coronavirus. Hay que evitar que sea un nuevo virus que conviva con nosotros con toda normalidad. Hemos de intentar que no pase a formar parte de nuestro ADN. En esta tesitura las cancelaciones de eventos, la prohibición a los ejecutivos de empresas a viajar, el cierre de vías de transporte entre países, etc… me parecen medidas acertadas. El exceso de prudencia es el modo por defecto correcto para lidiar con estas situaciones. Pero lo anterior no quita que piense que estamos operando en modo pánico.
Una de las características de nuestra sociedad de la información es el exceso de información y la proliferación de herramientas para su rápida diseminación. En Twitter podemos seguir los acontecimientos en tiempo real: el número de nuevos afectados, su evolución, opiniones de expertos y no tan expertos. Todo el mundo tiene voz a nivel global. Seguimos con expectación de saber cuándo llegará a nuestra ciudad. Hacemos acopio de mascarillas. Vaciamos los supermercados. Los mercados financieros se desploman. Son dinámicas que se retroalimentan y hacen salivar a los medios de comunicación que son expertos en exagerar, sobredimensionar y alargan las malas noticias. Las malas noticias venden más que las buenas. Todo por la audiencia.
La repersución en la economía y los mercados financieros. En cuanto a los mercados financieros, el coranovirus les viene perfecto para justificar la corrección que hace años que se viene anunciando. Es la excusa perfecta para la profecía autocumplida. Llevamos años diciendo que los mercados no pueden subir contínuamente, un ciclo expansivo que dura demasiado donde muchos piensan que la corrección será severa. Llevamos 3/4 años con esta cantinela. El coranovirus es el sospechoso perfecto, ha conseguido que las principales bolsas mundiales bajen más de un 10% esta semana, algo nunca visto en años. ¿Tiene sentido? En mi opinión no, pero será una corrección saludable. Es cierto que el coronavirus está afectando a las cadenas de aprovisionamiento global, y por ende a la economía real; seguramente afectará al crecimiento mundial unas décimas, pero también estoy convencido que en unos meses nos estaremos preocupando de otras cosas, y los mercados estarán en modo alcistas irracional como llevan haciendo desde hace años. En el peor escenario siempre están las “impresoras” de los Bancos Centrales para seguir inundando el mercado con dinero gratis. ¿Qué puede salir mal? El coranovirus no es el problema del sistema económico mundial, si no que es un daño colateral coyuntural que puede tapar el debate de fondo tan necesario sobre la sostenibilidad del sistema capitalista.
Explicación:
espero que te ayude:)
Respuesta:
La historia contemporánea parecía habernos enseñado que las grandes disrupciones económicas y sociales que afectaban a los países, solían tener su origen en desastres naturales (terremotos, huracanes), en catástrofes generadas por el hombre (procesos de contaminación de recursos, accidentes nucleares), en problemas de naturaleza financiera (que rápidamente se trasladaban a la economía real), o bien, en el extremo, en conflictos armados (guerras civiles o entre países). No obstante, desde finales del siglo XX, la difusión del proceso de globalización ha puesto en claro que las grandes disrupciones de la economía y de la sociedad, independientemente de su localización geográfica y origen específico, tienen -cada vez más- una dimensión global.
Este entorno de un mundo más interconectado e interrelacionado hizo que la sociedad global fuera modificando sus arreglos institucionales a nivel local, para avanzar en la construcción de nuevos mecanismos internacionales que le permitieran lidiar de forma más eficiente con este fenómeno emergente. Así, se han creado redes globales de información y monitorización de fenómenos naturales y, hoy día, se analizan las trayectorias de los huracanes en todo el mundo y se da seguimiento a los efectos de los seísmos no solo en el sitio en el que ocurren, sino previendo su impacto en otras latitudes (un terremoto en Chile dispara las alarmas de tsunami en las costas de Japón). En el ámbito financiero, la globalización de estas actividades ha implicado igualmente la creación de mecanismos de estandarización de la regulación financiera, que permitan reducir el riesgo de que desequilibrios en un mercado local puedan llegar a tener un impacto sistémico de carácter global.
Hoy, la pandemia del coronavirus Covid-19 nos está mostrando una nueva cara de los riesgos asociados a la construcción de una sociedad global. Se trata, sin duda, de la primera gran crisis sanitaria de esta nueva etapa del mundo; una crisis que, con independencia de la letalidad del virus que la protagoniza, ha conseguido adquirir las dimensiones que tiene gracias a la interrelación e interdependencia que caracteriza a la actividad económica y social de nuestros días. Puede decirse que la crisis del Covid-19 es la prueba fehaciente de que la sociedad mundial es ya una sola.