Respuestas
La alimentación y el cuidado antes los cuidaban y no los lastimaban ahora si
Explicación:
Respuesta:
Explicación:En los andes prehispánicos, los camélidos desempeñaron un papel verdaderamente importante en la economía. Particularmente fueron la llama y la alpaca —los únicos camélidos domesticados por el hombre andino—1 las que, criadas en casas de gran escala, fueron utilizadas para diferentes propósitos dentro del sistema de producción de los incas. Igualmente, fueron utilizadas otras dos especies de camélidos sin domesticar: la vicuña y el guanaco. Los guanacos eran cazados mediante los chacos (cacerías colectivas).
En la ganadería inca se usaron herramientas como: piedras, cuchillos o tumis, hachas que, según los cronistas, fueron de piedra y bronce y las sogas que eran elaboradas por ellos en su tiempo de ocio. Muchas de estas herramientas se usaron para esquilar a los camélidos, que luego eran puestos en libertad; así se aseguraban que su cantidad se mantuviese. Los guanacos, en cambio, eran cazados por su carne, que era muy apreciada.
Índice
1 Crianza de camélidos
1.1 Clasificación
1.1.1 Domesticados
1.1.2 No domesticados
1.2 Reseña del consumo
2 Crianza de otros animales
3 Véase también
4 Referencias
5 Bibliografía
Crianza de camélidos
Los camélidos conformaban una fuente valiosa de recursos. Su carne se consumía fresca o en charqui y chalona; con su lana confeccionaban hilos y tejidos; sus huesos, cuero, grasa y excrementos tenían aplicaciones diversas como: instrumentos musicales, calzado, medicinas y abono respectivamente. También eran animales preferidos para los sacrificios religiosos. Los rebaños comunales de camélidos se encontraban al cuidado de jóvenes, cuyas edades fluctuaban entre los doce y dieciséis años.
En zonas donde los rebaños comunales eran grandes, como la región del altiplano, a donde los pastos estaban lejos, es probable que su cuidado haya estado en manos de un especialista a dedicación exclusiva. Los cronistas mencionan dos nombres quechuas para los pastores: llama michi -que Garcilaso asocia con una baja condición social- y llama camayos, que designaba al cuidador de llamas o empleado responsable de los hatos. Los pastores estatales respondían por los animales que se encontraban a su cargo, cuya contabilidad y supervisión eran hechas por funcionarios designados por el Estado.