Respuestas
Respuesta:
debe ser una sociedad donde todos sus pobladores participen
Respuesta:¿Cómo se podría organizar una sociedad para que fuera realmente democrática?
En el aspecto formal nada impide, pongamos por caso, que las decenas de miles de los actuales colegios electorales, u órganos primarios del aparato administrativo comicial, a los que la ciudadanía censada en ellos acude y se congrega para depositar un voto no-libre cada pocos años, se transformen en asambleas potestativas y soberanas. Serian, para nuestro país, unas 80.000 aproximadamente, cada una formada por unos pocos centenares de personas, que podrían prescribir posteriormente formas diversas, más o menos eficaces según las condiciones concretas pero todas valiosas, de unificarse entre si para constituir un orden políticamente activo como totalidad, sin renunciar al principio capital del gobierno democrático en el que toda la potestad deliberante, decisoria, ejecutiva, legislativa, judicial, administrativa y fiscalizadora ha de pertenecer a la asamblea de base, como irrenunciable célula de la vida en sociedad.
Dicho
orden sería, como es lógico, sin órganos de representación (salvo para
cuestiones no esenciales y siempre acudiendo al mandato imperativo), sin
políticos de oficio, sin funcionariado civil o militar, sin cuerpos de policía
profesional, sin aparatos mediáticos, sin adoctrinadores académicos o lúdicos,
sin patronos, en suma, sin centros de poder en la sombra y más allá
de toda fiscalización popular, sin nada que no sea la buena gente unida
y hermanada para, con prudencia (sabiduría práctica) y determinación,
aprendiendo amigablemente unos de otros y valiéndose del principio de
las mayorías, solventar y dar salida a todos los problemas de la gobernación
política que se vayan presentando.
(...)
El gobierno completo de la sociedad por un complejo aparato político
de asambleas soberanas conectadas entre si ofrece al individuo medio una
libertad, que es también un derecho natural inalienable e imprescriptible,
inexistente en los sistemas de representación, la de deliberación.
La emisión
del sufragio en el sistema actual se basa en los siguientes presupuestos:
el individuo escucha en silencio y en estado de aislamiento psíquico y
por lo general, también físico, a los diversos candidatos a jefes de gobierno
así como al resto de los políticos profesionales, medita en silencio –o no medita– e igual de silenciosa y solitariamente marcha a depositar su voto
al unísono con otros millones de entes clónicos, fruto de esa gran cadena
industrial de fabricación en serie de seres ¿humanos? que es la sociedad
contemporánea. De ahí las multitudes mudas, irreflexivas y atomizadas
que constituyen la formación social actual, lo que viene a ser negación
efectiva de la acción y la vida democrática, pues ésta, por definición, es
verbalmente activa y es colectiva.
Con el ejercicio regular del derecho de
deliberación en las asambleas soberanas, cada individuo, a través del debate
reflexivo, sereno, prudente, ordenado, responsable y libre con sus iguales,
se eleva a emisor tanto como a receptor, se hace educador tanto como
educando, y se adscribe a un dinamismo colectivo de esclarecimiento de
los asuntos estudiados que es también un régimen de aprendizaje y una
epistemología, con la verdad experiencial como meta y la verdad hacedera
como medio.