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Jesucristo, nuestro Salvador, al culminar su misión terrenal, manifiesta un mensaje reconfortante para su pueblo, nos promete que estará con nosotros hasta el fin del mundo, esto sin duda nos alegra el corazón. Pero, ¿cómo es posible sentir que Jesús está con nosotros y estará con nosotros hasta el final de los tiempos, con cada adversidad que nos sucede?. Definitivamente hay una fuerza de bien sobrehumana que nos motiva, fortalece, alegra nuestro ser y purifica nuestra menta por dentro. Esta fuerza, es la esencia más pura, más sublime, más divina de Dios para nosotros: es su Santo Espíritu.
Dios es uno y trino: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Jesús dispone específicamente que se bautice y se bendiga en el Santo Nombre de sus Tres Divinas Personas, por tanto no puede haber discusión cristiana para oponerse a tal mandato. Es así que nuestra vida cristiana inicia cuando el sacerdote nos bautiza de esta manera, con nuestro Bautizo, recibimos por primera vez al Espíritu Santo en nuestras vidas y a partir de este especial momento, nuestra vida toma un sentido magistral. Asimismo, reconfirmamos esta gracia de Dios, con nuestra "Confirmación". Ahora bien, lo que hagamos con nuestras vidas, dependerá de nosotros en la libertad que Dios nos otorga. Pero, sin dudarlo, como verdaderos cristianos, nuestra decisión firme, será declararnos por siempre hijos de Dios y caminar a la luz del bien, buscando la meta de la vida eterna en el cielo luego de nuestra vida terrenal.