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- Exponerse al sol. Es frecuente ver a los reptiles, animales incapaces de regular autónomamente su temperatura interior (animales de sangre fría), exponerse al sol para incrementar su temperatura corporal y energizar sus metabolismos.
- Hibernación. Los osos y otros mamíferos suelen rehuirle a las crudezas del invierno (nevadas, lluvias, bajas temperaturas, poco alimento) internándose en cuevas o madrigueras alejadas del impacto de los elementos. Allí enlentecen sus metabolismos y subsisten con un mínimo de consumo energético, sostenidos por las reservas lipídicas construidas previamente.
- Tiritar. De cara a una disminución repentina de la temperatura ambiental, el cuerpo de los otros animales homeotermos da una señal nerviosa a su musculatura para generar un temblor que genere calor muscular y permita contrarrestar un poco el frío.
- Regulación de la glucosa. Como dijimos antes, de cara a la disminución o la sobreabundancia de azúcares en sangre, el organismo humano activa un aparato hormonal destinado a acelerar la síntesis de la glucosa (y formación de lípidos de reserva) o para extraerla de dichos lípidos o, si fuera necesario, de las fibras musculares y otros tejidos, con tal de mantener los niveles dentro de lo adecuado. El órgano encargado de dichas labores es el páncreas.
- Rehuirle al sol. En condiciones de extrema exposición solar, como los desiertos o en temporadas de temperatura extrema, los reptiles y animales de sangre fría buscan refugio bajo hojarascas, rocas o incluso bajo tierra, persiguiendo la frescura de dichos ambientes para calmar el exceso de calor en sus cuerpos.
- Vasodilatación. Cuando entramos en ambientes de mucho calor, nuestro cuerpo ordena el ensanche de los capilares sanguíneos, incrementando la superficie de los mismos expuesta al ambiente, y permitiendo así la pérdida del exceso de calor y enfriando la sangre.
- Vasoconstricción. El caso contrario a la vasodilatación tiene lugar en ambientes de baja temperatura, en que los capilares se cierran para minimizar la cantidad de sangre expuesta al frío y conservar así el calor sanguíneo lo más posible.
- Erizamiento cutáneo. La llamada “piel de gallina” es otro mecanismo homeostático, pues permite erizar los vellos cutáneos y atenuar la cantidad de calor irradiada por la piel. Es un reflejo evolutivo que ha permanecido a pesar de la pérdida de algún tipo de pelaje que recubriera a nuestros ancestros biológicos.
- Sudoración. Consiste en la secreción de sustancias líquidas sobre la piel, cuya evaporación la refresca y permite paliar el incremento de temperatura interior.
- Control del amoníaco. Si bien el amoníaco es una sustancia vinculada con nuestros procesos digestivos, que aporta el nitrógeno necesario para diversos aminoácidos y proteínas, sus niveles en el cuerpo humano deben ser vigilados por el hígado. Este órgano es capaz de convertir el excedente de amoníaco en urea y expulsarlo a través de la orina formada en los riñones. Caso contrario, el incremento del amoníaco conduciría a un deterioro del funcionamiento del organismo.
- La transpiración lingual de los perros. La usual imagen del perro con la lengua afuera se debe a que es la forma que tiene la especie de intercambiar calor con el medio ambiente, ya que la lengua del perro contiene numerosa irrigación sanguínea y permite un refrescamiento al ser extraída del cuerpo.
- La aceleración de la respiración. Cuando los mamíferos se encuentran en ambientes de baja concentración de oxígeno, o cuando los niveles del oxígeno en sangre son muy bajos para la demanda celular (cuando hacemos ejercicios, por ejemplo), surge una respuesta inmediata que acelera la respiración para aumentar la porción de aire respirado. Al mismo tiempo el corazón late más aprisa y aumenta la tensión sanguínea, propiciando una mejor irrigación de sangre oxigenada al cuerpo.
- La homeostasis celular. En el proceso de regulación de la presión interna de las células (presión osmótica), éstas liberan o absorben contenido circundante a través de la selectividad de sus membranas plasmáticas, hasta tener los niveles de concentración adecuados para su estabilidad.
- Regulación del pH sanguíneo. El metabolismo ordinario de nuestros cuerpos genera cantidades de desechos ácidos que atentan contra el nivel apropiado de acidez sanguínea, cuyas fronteras compatibles con la vida son entre 7.0 y 7.7, por lo que deben ser desechadas cuanto antes mediante diversos sistemas de vigilancia y control bioquímico.
- El sistema inmunológico. En tanto que mantiene a raya los elementos intrusivos que podrían generar inconvenientes al organismo, nuestro sistema inmune actúa como un mecanismo para preservar la homeostasis del sistema, perpetuando su estabilidad de cara a posibles infecciones o patologías, incluso cuando éstas ya han logrado penetrar al cuerpo.
alejauseche88:
Y la de las plantas?
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