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Materiales necesarios: agua, un poco de colorante alimentario o jarabe dulce concentrado, una cañita de sorber, un rotulador permanente negro o azul, una bola de plastilina y un plato.
Empecemos nuestro experimento
Ya veréis como es muy sencillo: en primer lugar mezclaremos el agua (con medio vaso hay suficiente) con el colorante; a continuación debemos sorber con la cañita un poco de la mezcla (sin tragar, aunque tampoco pasaría nada si ingieren un poquito sin querer). Cuando separemos la cañita del vaso debemos tapar con un dedo el extremo inferior e inmediatamente sellarlo con un poco de plastilina.
Ahora formaremos una bola del tamaño de una nuez con el resto de plastilina y la colocaremos sobre el plato, para incrustar la parte de la cañita que no hemos tapado allí (normalmente no se derrama el agua porque se cierra por los dos extremos). Por último tenemos que marcar en la cañita el nivel del agua con el rotulador e introducirlo todo en el congelador.
Cuando vayamos a ver nuestro experimento, comprobaremos como el volumen del agua tintada (ahora solida) ha aumentado, y lo sabremos porque supera la marca que hemos pintado.
Resulta que todos los líquidos cambian de densidad con la temperatura: se vuelven menos densos a más temperatura, pero el agua es muy peculiar porque aumenta el volumen al congelarse (y disminuye la densidad), así pues ocurre lo contrario que con el resto de líquidos.