Respuestas
Focalizar en el cliente: saber escuchar al cliente, construir el "mapa de empatía" tanto para clientes actuales como potenciales, saber leer los cambios de percepción y estructura demográfica. Son fuentes de innovación fundamentales.
Conocer los datos actuales: tenemos que partir de un conocimiento interno profundo, de los números de nuestro negocio, segmentación de ventas, productos, clientes. No hacerlo es ir a ciegas.
Estudiar la competencia: la cercana y la no tan cercana para ver lo que hacen y lo que no hacen. Estudiar lo que intentan y aprender de ellos.
Adaptar la propuesta de valor a los nuevos segmentos identificados: El punto anterior nos tiene que conducir a saber rediseñar nuestra propuesta de valor para adaptarla a las nuevas circunstancias. Es el momento de las ideas.
Transformar las ideas en hechos: Definir varios proyectos y elegir el que mejor se adapte a nuestros recursos, nuestra cultura, saber hacer, entorno, duración, etc. Y, además, programar el proyecto para que su realización tenga un calendario concreto, asignación de recursos definidos y responsabilidades asignadas (para el caso de que compartamos ideas).
Pero hay cosas que hoy no podemos dejar de lado: Estar presentes en las redes sociales en la ciudad, ofrecer (en determinados casos) la venta "on line", imagen asociada a la cultura de la nueva idea, hacer partícipe al cliente para que opine en la red, captar el máximo de contactos sobre los que poder hacer lanzamientos y campañas, etc. Todo ello es posible hoy, relativamente fácil y relativamente económico.
Tener claro el presupuesto: El nuevo proyecto requerirá de recursos económicos y es el momento de tomar decisiones entre hacerlo, intentarlo, o seguir como antes y esperar a ver qué pasa.
Es el momento de ponerse en marcha y saltar el obstáculo que supone la incertidumbre, asumir el riesgo que todo proyecto de innovación lleva asociado, enfrentarse a esas frases demoledoras que iremos escuchando: “Eso no va a funcionar”, “este barrio no acepta eso”; “Vas a invertir dinero y no sabes lo que va a resultar, cuidado”; “Te la vas a pegar, es una locura”, “no saldrá bien”, “sigue como siempre y espera a que escampe”; “La gente de este barrio no cree en esas ideas nuevas” y “ya viste lo que le pasó a fulano cuando lo intentó”...
Pero los que lo intentan tienen que tener claro que parten de claras ventajas:
Conocen su trabajo y su negocio.
Lo quieren intentar y, por lo tanto, ya han tomado la decisión de analizar el tema.
Son conocedores de la situación actual y han estudiado las perspectivas de futuro.
Les gusta seguir con la actividad.
Estas ventajas y un buen proyecto pueden favorecer la probabilidad de éxito.
¿Ya tienes claro cómo puedes innovar desde la tradición?