Por qué creían que lo de zoológicos humanos eran inferiores​

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Respuesta dada por: abi1233
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El racismo científico nacido en el corazón de Europa utilizó pseudo-disciplinas, tales como la frenología o la fisiognomía, para clasificar como superiores algunas razas sobre otras, lo que sirvió durante el Nuevo Imperialismo 1880–1914 para justificar que los europeos sometieran a los «atrasados» pueblos de África y Asia. Así las cosas, al abrigo de esta teoría supuestamente científica –hoy obsoleta por completo– surgió un cruel tipo de museo donde las piezas exhibidas no eran jarrones o fósiles, sino seres humanos procedentes de estos pueblos estimados como inferiores.

Entre 1870 y 1930 se popularizaron «los zoológicos humanos» por la geografía occidental, especialmente en Francia, Bélgica y Alemania. La idea era exhibir de forma pública, y casi siempre itinerante, a mujeres, niños y hombres de carne y hueso, procedentes de África y otras regiones subdesarrolladas. Los indígenas salvajes eran presentados en el siguiente escalón después de los monos y otros animales, con los que incluso compartían barrotes. Un guiño darwiniano para desplegar un espectáculo racista e inhumano que contaba con gran popularidad tanto en Europa como en EE.UU.

Respuesta dada por: SamMoon10
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El término de zoo humano describe una actitud cultural de supremacía racial.[1][2] Siguieron el modelo implantado por Carl Hagenbeck, promotor de las exhibiciones humanas realizadas en el Jardín de Aclimatación de París, y se realizaron desde la década de 1870, hasta principios de la década de 1930 [3].[4] Fue popularizado por la publicación en 2002 de la obra Zoológicos humanos, escrito por varios historiadores franceses especialistas del fenómeno colonial.

Las exposiciones coloniales fueron la ocasión de presentar al público de la metrópoli una muestra de los diferentes pueblos colonizados, puestos en escena, en situación forzada en un ambiente reconstruido.

Eufemísticamente también se las rotulaba como «exposiciones etnológicas» o «ciudades de negros», enfatizando las diferencias culturales entre las naciones occidentales y las no europeas. Estos zoos etnográficos han sido criticados[5] por alevosamente degradantes de la condición humana, y por racistas.

Los racistas «zoológicos humanos» de negros que Bélgica permitió hasta mediados del siglo XX

El fenómeno circense y cruel de exhibir a seres humanos como si fueran animales tuvo su eco más persistente en la Exposición General de Bruselas de 1958, donde una de las atracciones incluía a familias enteras africanas en pequeñas jaulas de bambú

El racismo científico nacido en el corazón de Europa utilizó pseudo-disciplinas, tales como la frenología o la fisiognomía, para clasificar como superiores algunas razas sobre otras, lo que sirvió durante el Nuevo Imperialismo 1880–1914 para justificar que los europeos sometieran a los «atrasados» pueblos de África y Asia. Así las cosas, al abrigo de esta teoría supuestamente científica –hoy obsoleta por completo– surgió un cruel tipo de museo donde las piezas exhibidas no eran jarrones o fósiles, sino seres humanos procedentes de estos pueblos estimados como inferiores.

Entre 1870 y 1930 se popularizaron «los zoológicos humanos» por la geografía occidental, especialmente en Francia, Bélgica y Alemania. La idea era exhibir de forma pública, y casi siempre itinerante, a mujeres, niños y hombres de carne y hueso, procedentes de África y otras regiones subdesarrolladas. Los indígenas salvajes eran presentados en el siguiente escalón después de los monos y otros animales, con los que incluso compartían barrotes. Un guiño darwiniano para desplegar un espectáculo racista e inhumano que contaba con gran popularidad tanto en Europa como en EE.UU.

Se considera que el primer promotor de este tipo de espectáculos fue Carl Hagenbeck, uno de los padres de los zoológicos modernos, que introdujo a partir de 1874 en sus exhibiciones circenses a samoanos y lapones, como « poblaciones puramente naturales », junto con sus tiendas, arpones y trineos. Este domador de circo alemán hacía pocas distinciones entre traer al continente animales salvajes como tigres o secuestrar seres humanos exóticos como esquimales.

Si en EE.UU lo habitual fueron exhibiciones de nativos americanos (Buffalo Bill realizó una gira europea con indios del Viejo Oeste que asombró Barcelona), en países europeos como Bélgica, Francia o Reino Unido se recurrió a habitantes de sus colonias en África y Asia. La idea era que aparecieran en escenarios que se asemejaran lo máximo posible a su lugar de origen y realizando actividades tribales. Claro está, que las costumbres y rituales de estos indígenas eran en muchas ocasiones tergiversados para favorecer el entretenimiento por encima de la ciencia. El exotismo era la clave.

Teóricamente, estos indígenas accedían a participar en los espectáculos como voluntarios a cambio de un acuerdo económico, pero lo más habitual es que fueran secuestras tribus enteras o engañadas con falsas promesas. Las malas condiciones en las que vivían los indios, las giras maratonianas y las vejaciones ponían en riesgo, en muchas ocasiones, su vida. Sin ir más lejos, 11 fueguinos fueron capturados en el Estrecho de Magallanes por un ballenero belga y mostrados en jaulas en Londres, París y Bruselas, en 1889. Se sabe que los supervivientes devueltos tiempo después a Tierra del Fuego no fueron más de seis.

Bélgica, un país reincidente

La Segunda Guerra Mundial , en el que el régimen nazi llevó al extremo sus ideas del racismo científico, y la «Declaración Universal de los Derechos Humanos» de 1948 marcaron el principio del fin de estos zoológicos humanos. A ello también ayudó la llegada del cine, que deslució las muestras y acercó el exotis mo de las tribus del mundo a un público más masivo. No obstante, en 1958 fueron exhibidas en la Exposición General de primera categoría de Bruselas, o Expo 58, familias enteras africanas en pequeñas jaulas de bambú. Un total de 41 millones visitantes pudieron acercarse a observar, alimentar y acariciar a los prisioneros.

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