Respuestas
Respuesta:
Es posible apreciar que en Chile cada vez que se habla de la ciudad, a ésta se la considera un elemento aislado de su territorio. Llega a parecer que la consideración de los espacios que la rodean, como lo son sectores rurales y áreas silvestres, no existen al momento de abrir debates y generar estudios asociados. El creer que la ciudad es una serie de engranajes aislados funcionando por su propio peso es tan ridículo como la distribución de áreas verdes en que vemos hoy nuestra capital.
Es muy común levantarse en las mañanas, prepararse el desayuno y disfrutar de un buen pan, pero lo más probable es que uno no comprenda la historia que hay detrás de este típico alimento. El pan está hecho de trigo producido en algún campo del sur de nuestro país, pasando por cosechas, molinos y viajes para llegar a nuestra mesa, trayendo consigo una parte de la fertilidad del suelo, agua de los ríos y trabajo de la gente. Tras esto, ¿podemos decir que la ciudad y el resto del territorio son cosas inconexas? ¿Hasta dónde llega realmente una ciudad? Está claro que todo esto es algo variable según la percepción de cada individuo, pero lo que sí es seguro es que su complejidad es abrumadora.
Durante el foro de Sustentabilidad y Territorio[1] realizado en Julio, se mencionaron los glaciares que posee la Cordillera de los Andes frente al Gran Santiago, ellos son el agua que nosotros bebemos día a día. Su importancia es inmensa y a pesar de ello no existen suficientes estudios e información que los describan con la profundidad que se requiere. Esto deja en evidencia la inconexión que muestra la urbe con sus recursos naturales, recalcando el escaso sentido de pertenencia y desarticulación de las personas con el territorio.
Por otra parte, muchas veces la problemática radica en la actuación, ya que ésta debe integrar la articulación del territorio en su totalidad, entendiendo que los recursos naturales se encuentran en sectores rurales o silvestres. Así, para una planificación desarrollada, con una armonía y ritmo apropiados, se debe entender como la naturaleza ha pasado por procesos de artificialización debido a la expansión antrópica, creando identidades y estilos únicos de adaptación y gobernanza del territorio, traducidos en lugares, pueblos y ciudades con un sello característico.
En el caso de las ciudades, el ritmo que poseen se encuentra muy por fuera del calibre natural, donde la sustentabilidad es un concepto que debe ser moldeado hasta quedar torcido para que posea coherencia alguna. Sustentabilidad, palabra que permanentemente es balbuceada como imagen de empresas y campañas políticas, logrando descalificar la real importancia y significado que hay detrás este concepto. Me tocó estar en el tercer foro Santiago 2041, y mientras comentaban temas energéticos me percaté que estos destacados consideran como verdad absoluta que la calidad de vida está ligada directamente a la demanda energética, me da la impresión que para las empresas la única solución se vislumbra conteniendo una mayor producción de electricidad, negocio redondo para el monopolio energético y quizás no tanto para nuestro territorio.
El desafío consiste en integrar al territorio, comprendiendo la urbe, lo rural y lo natural como un sólo concepto donde se interrelacionan todos los ámbitos. Considerando que se genera un flujo entre sectores, otorgando servicios económicos, sociales o ecosistémicos en distinto grado, siendo siempre fundamental que se logre un equilibrio entre los flujos. Estos son conceptos clave para el desarrollo regional descentralizado y sustentabilidad aplicada de los asentamientos humanos, siendo la cuenca geográfica la unidad básica funcional y operacional. De este modo, la sustentabilidad comienza con la concepción holística del territorio, integrando todas las escalas de actuación, desde los sectores silvestres hasta el corazón de las metrópolis.
Dicho lo anterior, la planificación significa sentarse a pensar bien antes de ejecutar las cosas, contemplar aspectos de funcionalidad, estética, ecología y ocio para tomar decisiones. Siendo categórico, Santiago ha carecido de esto, formándose comunas muy precarias en distintos ámbitos, sin áreas verdes, sectores recreativos o propuestas de comercio; siendo exactamente todo lo contrario a la tan mencionada sustentabilidad.
Lo positivo es que existen comunas que están planteado una planificación bien articulada, como lo es el caso de La Pintana, fundada el año 1985 para alojar al sector pobre que fue erradicado de comunas como Providencia, La Reina y Las Condes; una década después nace el DIGAP (Dirección General Ambiental de La Pintana) incorporando estrategias como el manejo de residuos, compostaje y educación ambiental de forma interactiva, logrando un aumento significativo en las áreas verdes e impulsando la participación ciudadana. Hoy por hoy La Pintana es un ejemplo para todas las comunas del país, logrando grandes resultados con uno de los presupuestos más bajos de Chile.
E