Respuestas
Explicación:
Este proceso, conocido como sinecismo, la convirtió en una de las poleis más grandes de Grecia y explica su exitoso papel en la historia. Por entonces los clanes aristocráticos dominaban la política, la sociedad y la religión. Se llamaban a sí mismos “eupátridas”, los de buenos padres. Eran terratenientes que acaparaban las mejores tierras del Ática y que hacían ostentación de riqueza, en su vida y en su muerte.
Cuando los conflictos sociales se acentuaron, Solón fue elegido como árbitro o mediador. Solón, poeta y político en una sola pieza, fue una de las grandes figuras de Atenas. A principios del siglo VI diseñó un nuevo orden político y legal que ya se mantuvo sin grandes cambios durante siglos; por ejemplo, la división de la población en cuatro clases según su riqueza. Sus leyes abarcaron todos los aspectos y, sobre todo, estaban encaminadas a fomentar la cohesión social y castigar la ostentación de las clases aristocráticas.
No obstante, también Atenas conoció la tiranía, cuando un noble ambicioso llamado Pisístrato se hizo con el poder absoluto. Este régimen dominará el panorama político de Atenas durante la segunda mitad del siglo VI. En principio Pisístrato no alteró las instituciones ni las leyes que había establecido Solón; con mucha prudencia e inteligencia política mantuvo una apariencia de legalidad; además, supo ganarse el respeto de los nobles y la simpatía de las clases humildes. En ese sentido no fue una tiranía sanguinaria y opresiva como las que conocemos en otras ciudades. Por eso Pisístrato pudo traspasar el poder a sus hijos, Hipias e Hiparco.
Los tiranos, con su gobierno paternalista, embellecieron la ciudad con fuentes y con templos; celebraron magníficos festivales y adornaron especialmente la Acrópolis, que había sido desde el principio del arcaísmo el centro espiritual de la polis. Pero a finales del siglo VI el tiempo de los tiranos había pasado. Aun así su caída se produjo de forma dramática. Los hombres que atentaron contra los tiranos, Harmodio y Aristogitón, los tiranicidas por antonomasia, se convirtieron en símbolos de la lucha por la libertad política; la naciente democracia los convirtió en héroes y conmemoró su bella acción con esculturas que se hicieron famosas.