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La división de poderes, la legalidad y el respeto a los derechos humanos son fundamentales para que pueda existir una nación democrática. Esto debido a que en el caso de la división de poderes (legislativa, ejecutiva y judicial) cumple la función de que los poderes ejerzan como contrapeso entre ellos y se frenen entre sí para garantizar su transparencia.
En el marco de la legalidad, las leyes plasmadas en las constituciones sirven como garantes de los derechos de los ciudadanos, así como también de regulador de los procedimientos y responsabilidades de cada ciudadano o institución, de ahí su aporte al fortalecimiento de la democracia.
Por su parte, el respeto a los derechos humanos contribuye a reforzar la democracia de una nación pues en ellos están contemplados los principios para salvaguardar la libertad de los ciudadanos y su decisión libre y plena a pensar o expresar lo que desee, sin afectar a terceros.
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El respeto y la legalidad son primordiales para toda ciudad demócrata, pues estos son las bases para el desarrollo de cualquier sociedad. Un país que decide pasar por encima de todos sus ciudadanos, deja de lado conceptos clave en la democracia.
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