• Asignatura: Religión
  • Autor: samuelguerrerop2
  • hace 7 años


Cuentan que hace muchos años una fuerte
tormenta azotó una tribu del Amazonas.1 Se
habían perdido los cultivos y era necesario hacer
algo de inmediato. El cacique llamó al anciano
sabio y a todos los miembros de su comunidad
para encontrar una solución. Cuando esa noche
todos estuvieron reunidos alrededor del fuego,
habló así:
—Anciano sabio y miembros de nuestra
comunidad, los he convocado para que
intentemos calmar la furia de los dioses.
El anciano sabio estaba sentado en el centro,
justo frente al fuego. Llevaba el bastón de los
ancestros3 en su mano. Todos escuchaban
atentamente las palabras del cacique. Era un hombre muy respetado.
—Ya hemos ofrecido casi todo a los dioses: nuestras mejores provisiones4 y los mejores frutos de
nuestras plantas. Pero parece que esta vez quieren más…En el pasado, aún los caciques más
prudentes5 habían recurrido a un terrible sacrificio para calmar la ira6 de los dioses: el destierro.7 Se
escogía al miembro más querido de la comunidad y se le obligaba a
marcharse a tierras lejanas. Dado que todos eran muy felices viviendo en la tribu, éste era un sacrificio
muy temido porque nadie quería separarse de sus seres queridos.
Creo que será necesario, como en los viejos tiempos, que uno de nosotros parta hacia tierras
desconocidas y no regrese jamás — continuó el cacique.
Todos escuchaban con mucho miedo. En su larga vida, el anciano sabio había visto partir a algunos
hombres y mujeres. Entonces, dijo:
—Hemos perdido nuestros cultivos. Eso es algo muy triste ¿Es necesario que agreguemos más tristeza
viendo partir a uno de nosotros?
Las palabras del anciano sabio conmovieron8 a todos. Pero el buen cacique no podía permitir que se
pusiera en riesgo la vida de su pueblo. Por eso, respondió:
Sé que es triste ver que uno de nosotros debe marcharse. Como prueba de mi compromiso y lealtad
con mi comunidad, propongo que sea mi propia hija, Aloé, la que tenga que partir.
Todos se quedaron asombrados. El cacique estaba diciendo que su hija Aloé, la muchacha más bella y
dulce de la comunidad, debía partir y nunca más volver. El mismo anciano sabio entendía que ésta era
una situación límite. Pidió suspender la reunión hasta el día siguiente para poder retirarse a meditar.9
A la noche siguiente, cuando todos estuvieron otra vez reunidos alrededor del fuego, el anciano sabio
tomó la palabra y dijo al cacique:
—Los dioses me han hablado. Dicen que aceptan lo que propones y que se acerca mi despedida como
sabio de la tribu. La tormenta durará siete días y siete noches. El amanecer del octavo día será claro,
pero luego una densa bruma10 transformará el paisaje. En ese momento, Aloé deberá partir y caminar
hacia el horizonte para no regresar jamás. Ese día, yo mismo designaré11 quién ocupará mi lugar y le
pondré el bastón de los ancestros en sus manos.
Aloé estaba entre los presentes y lloraba desconsolada.12 Pero respetaría la palabra de su padre y
estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para calmar la ira de los dioses y salvar la vida de todos. Tal
como era costumbre, el anciano sabio se retiró con la muchacha para poder transmitirle durante esos
siete días y siete noches todos sus conocimientos.
Durante ese tiempo el anciano enseñó a la muchacha los secretos del camino y de la naturaleza.
Pasaron los siete días y las siete noches. Llegó el momento de decir adiós. Tal como lo anunció el
anciano sabio, el amanecer del octavo día fue muy claro, pero luego llegó una bruma que hacía muy
difícil ver los rostros. Toda la tribu se reunió, Aloé se despidió y luego el anciano sabio la tomó del
brazo y caminó con ella hacia el horizonte.
Siguiendo la tradición, el anciano sabio llevaba el bastón de los ancestros en su mano. Aloé llevaba una
túnica13 blanca y una pequeña bolsa con provisiones. Al principio sólo fue posible ver dos siluetas
oscuras, pero cuando ambos se alejaron ya no se les pudo ver más.El silencio era profundo. El mismo cacique no pudo evitar una lágrima al momento de ver a su hija
partir. Todos se quedaron esperando el regreso del anciano sabio para preguntarle por la muchacha.
Al cabo de un rato, una silueta con un bastón en la mano comenzó a verse. Caminaba lento y se
acercaba abriéndose paso entre la bruma. Inmediatamente todos exclamaron asombrados: —¡Es Aloé!
Tal como el anciano sabio predijo, ese día Aloé partiría hacia el horizonte y la tribu tendría un nuevo
sabio. En este caso se trataba de una nueva y joven sacerdotisa.14 Ella tenía el bastón de los ancestros
en su mano; la valentía del cacique, su padre, en la mirada y las enseñanzas del anciano en el corazón.
9. Explica la relación entre la acción del cacique al entregar a su
hija con la religión monoteísta Judeo- cristiana.
El punto 9 es la duda que tengo ¿me ayudan a responderla? por favor ayúdenme

Respuestas

Respuesta dada por: mariapazcarrillo40
1

Respuesta:

que el cacique tenía mucha esperanza en su hija que lo podía lograr .

Explicación:

confío en ella.

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