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Respuesta:
Explicación:
1.- Si COVID-19 no es influenza ¿Por qué le seguimos tratando como igual?
En el inicio de la pandemia, existió la tendencia a hablar del nuevo coronavirus como una analogía de la influenza; concretamente de la pandemia de AH1N1 en el 2009. Era natural dada la poca información disponible:
Debemos de una buena vez, dejar de comparar COVID-19 con H1N1. COVID-19 ha demostrado tener una fisiopatología sui-generis, una historia natural distinta y evidentemente un patrón epidemiológico diferente.
Este es un virus más peligroso que AH1N1 ya que al día de hoy no contamos con un tratamiento efectivo y seguro y estamos muy lejos de una vacuna.
2.- Los supuestos iniciales, quedaron superados
Como resultado segurmante de esta comparación inicial con la influenza, se asumieron varios puntos que lamentablemente se dieron como ciertos, pero que hoy sabemos no tienen evidencia sólida y que probablemente retrasaron la respuesta adecuada al problema en México y en el mundo.
Aclaremos los más importantes:
I.- El virus no desaparecerá al final de la “temporada de frío”
Seguramente porque los primeros pacientes emergieron en invierno y por ser un coronavirus, el SARS CoV2 se pensó como otro virus respiratorio que desaparecería “con el calor”. Desde Donald Trump hasta autoridades sanitarias en México, los estimados de enfermedad se dieron con esa supuesta temporalidad.
II.- El escenario de una inmunidad masiva se ve lejano
El supuesto en el que la infección subclínica sería nuestra aliada en una gran inmunidad producto de un contagio masivo, proviene la comparación obvia a las infecciones por otros coronavirus y la influenza estacional. De hecho, hace algunas semanas escuchamos propuestas absurdas como las “COVID parties” en donde se propone acudir para contagiarse y quedar inmune, como lo hacían con la varicela la mamás de los años 50s y 60s. El mismo Subsecretario de Salud de México llegó a decir que era mejor que el Presidente (de 66 años) se contagiara para que quedara inmune.
Hoy en día se ha cuestionado la inmunidad post-infección, con dos complicaciones potenciales a mediano plazo:
El tener futuros “pasaportes por inmunidad” será muy complicado (según la OMS)
Cada vez hay más casos de pacientes que presentan infección tras ser dados de alta
Es mucho lo que se desconoce de este virus así como de su perfil inmunitario, por lo que no se sabe a ciencia cierta si los pacientes se reinfectan o el virus permanece latente en el organismo. De cualquier manera, no podemos contar al 100% con la inmunidad de ellos como efecto protector del resto de la población.
I.- Se requieren -tal vez- 5,000 millones de dosis en el mundo
Si asumimos que la población mayor de 25 años en el planeta es susceptible de enfermarse y sin la seguridad de una inmunidad en los pacientes dados de alta, el número de dosis requeridas es impresionante.
La capacidad instalada actual para fabricación de vacunas, ronda en el orden de las 400 millones de dosis al año.
II.- Habrá que contar con un “roll out” de acuerdo a poblaciones de riesgo
Con una cantidad tan grande de vacunas por aplicarse, se deberá de tener un plan muy específico para vacunar a la población. Poblaciones de gran concentración vs grandes núcleos urbanos; incidencia de la enfermedad, condiciones sanitarias, etc.
Una vez más, al día de hoy, el gran desconocimiento que tenemos sobre el perfil inmunológico del COVID-19 nos impide elaborar un pronóstico para una inmunidad de rebaño, más allá de simples supuestos matemáticos. En estos modelos, no se toman tampoco en cuenta eventuales mutaciones del virus o el porcentaje de eficacia que tuviera la vacuna contra las cepas existentes, como en el caso -precisamente- de la influenza.
III.- Vivir sin vacuna es posible... (casi)
A 35 años de la pandemia de HIV-SIDA, aún no contamos con una vacuna. En este camino, hemos aprendido a sortear la enfermedad con dos armas: La protección y educación. Afortunadamente, los tratamientos modernos han logrado convertir al SIDA, de un padecimiento mortal a una enfermedad crónica controlada.
¿Cómo podemos tener a 30 o 40 niños apretados en un salón de clases de 48 metros cuadrados o incrementar de nuevo la carga de pasajeros en el transporte público?
Mientras no exista una inmunidad aceptable, todos seremos susceptibles a contagio y con esto en mente, será necesario pensar en nuevas medidas de comportamiento en todos los aspectos de la vida cotidiana.
El COVID-19 cambiará la forma en que entenderemos:
El trabajo diario
El transporte público
La educación
Las comunicaciones
El comercio
Los espectáculos
Sobre este tema, hace unos días di una charla en un Facebook Live para FUNSALUD.