Realizar una lista en tu cuaderno de 10 acciones de cómo podemos contribuir a la disminución de emisión de los gases, la deforestación o la contaminación de los ríos (aprovechar sustentablemente el agua).
Respuestas
Respuesta:
1. Contra bolsas de plástico, botellas PET y vasos de poliestireno
2. Usar bombillas de bajo consumo
3. Ajustar la calefacción
4. Evitar el stand by de los electrodomésticos
5. Comprar localmente
6. Un huerto y un centro de compostaje sin salir del piso (o mini-piso con azotea)
7. Usar el transporte público (cuando se puede)
8. Ir en bici y caminar más
9. Cuando no se pueda renunciar al coche. Oda al coche eléctrico
10. Sobre el tamaño de las cosas y el concepto tradicional de éxito
Explicación:
1) Las bolsas de plástico contaminan y perduran en el entorno. En los países ricos, la mayoría de las aparentemente anodinas bolsas de plástico acaban en vertederos sin ser tratadas; en los países pobres y emergentes, en la calle y en la naturaleza.
Cada año, matan a miles de animales terrestres, aves y, sobre todo, animales marinos. Hay datos que lo constatan desde hace medio siglo.
Tardan, según la Fundación Vida Sostenible, 150 años de media en descomponerse. En teoría, todos los materiales son biodegradables, aunque buena parte de los envases y materiales que usamos cotidianamente permanecen como residuos.
Gracias a la cultura del “usar y tirar” no sólo ya no se usa la bolsa del pan, o la bolsa de la compra, debido a la aparente “comodidad” de las bolsas de plástico, a pesar de que la mayoría se pegan a los dedos hasta casi producir cortes circulatorios, cuando la bolsa va llena. Es algo que ha comprobado cualquiera. Pero estas inconveniencias no parecen perturbarnos.
2)
Como ocurre con el motor de explosión de los automóviles, la lámpara incandescente -la bombilla de toda la vida- es un modelo industrial todavía dominante pese a su obsolescencia: malgastan el 85% de la energía consumida en forma de calor.
Una bombilla convencional tiene una vida útil de 1.000 horas, o un año de media, mientras que las de bajo consumo duran 15 veces más. Si sólo un millón de hogares cambiara de media cuatro bombillas convencionales por modelos de bajo consumo, se emitirían 900.000 toneladas de CO2 anuales menos. Un cambio de hábito sencillo y con un gran impacto.
Usar bombillas de bajo consumo aprobadas por normativas como Energy Star, de la EPA (agencia de protección ambiental de Estados Unidos) o la normativa de etiquetado para electrodomésticos, aire acondicionado e iluminación de España y la Unión Europea, no tiene mayor misterio.
Consiste en detectar las bombillas incandescentes (invento del siglo XIX inexplicablemente presente, reconocible por disponer de un filamento metálico) que todavía usamos en casa y reemplazarlas por otras de bajo consumo o CFL (iluminación compacta fluorescente) de 15 vatios, equivalentes a bombillas tradicionales de 75.
3)
Según el Instituto para Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), el 66% del gasto energético doméstico se destina a la calefacción y a calentar agua. El 34% restante se invierte en electrodomésticos (16%), cocina (10%), iluminación (7%) y aire acondicionado (1%).
Según el IDAE, en invierno, “una temperatura de entre 19 y 21 grados es suficiente. Por la noche, en los dormitorios, basta tener una temperatura de 15 a 17 grados para sentirse confortable.”
Abrigarse en lugar de subir la calefacción puede parecer, como cambiar bombillas tradicionales por modelos de bajo consumo, de perogrullo. En condiciones normales, “es suficiente encender la calefacción por la mañana”. Por la noche, salvo en zonas muy frías, se debe apagar la calefacción, “ya que hay calor acumulado en la vivienda.”
Cada casa cuenta con su propia idiosincrasia. La correcta orientación, el empleo del aislamiento natural -tan común en el pasado-, filosofías sobre la eficiencia natural como la permacultura, aparatos de calefacción y aire acondicionado más eficientes, contar con un buen aislamiento, optar por sistemas pasivos de captación de energía y aguas pluviales. El hogar bioclimático es visto por especialistas como una continuación de la arquitectura tradicional.
4)
El uso racional de la electricidad da pie últimamente a anuncios tan ingeniosos como este, captado en Sudáfrica.
En casa, debido a la proliferación de electrodomésticos, aparatos informáticos y electrónicos con batería, el uso de ladrones que permiten desconectar en batería a cargadores y aparatos, es el modo más efectivo de reducir la factura eléctrica y evitar el gasto de “electricidad fantasma”.
Se estima que sólo el 5% de la electricidad gastada por los cargadores de móvil es efectivamente empleada en cargar el móvil. El resto de la energía se pierde, mientras el cargador permanece conectado a la corriente.
Sólo en Estados Unidos, los televisores y vídeos gastan 1.000 millones de dólares en electricidad malgastada al año.
El gasto de “electricidad fantasma” (energía malgastada por aparatos electrónicos que permanecen conectados sin ser usados) en los países ricos genera 75 millones de toneladas de CO2 anuales.