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Explicación:Cuando el virrey del Río de la Plata fue derrocado, la Junta revolucionaria de Buenos Aires adoptó una política económica radicalizada. Se levantó la prohibición de comerciar con extranjeros y de exportar lingotes de plata y oro. (1) Cuando en 1811 llegó al poder un nuevo gobierno, denominado el Triunvirato, que era aún más radical en términos de política económica, los impuestos de importación se redujeron enormemente. (2) La política librecambista adoptada operó como un imán para los comerciantes extranjeros y particularmente para los británicos. Por su parte, los comerciantes criollos y españoles que no podían competir ventajosamente con los nuevos comerciantes de negocios de importación-exportación británicos quedaron limitados al comercio interior.(3)
La política enfáticamente librecambista adoptada por las autoridades porteñas, cuyo sesgo más pronunciado fue el desequilibrio de la balanza comercial por el peso avasallante de las importaciones, generó particularmente en Buenos Aires una extensión del consumo a los sectores populares, que se convertiría en otra fuente de recursos para el fisco del Estado revolucionario, a pesar de la mencionada reducción de los impuestos a la importación y exportación. En 1812 se establecieron las contribuciones extraordinarias para costear la guerra revolucionaria, que hasta 1815 extrajeron del comercio (y por ende, del consumidor porteño) una suma de 598.875 $, de la cual una parte importante debió ser costeada por los sectores populares. (4) Los impuestos aduaneros tales como las alcabalas de distintas clases, la contribución de hospital o la contribución patriótica registraron un sensible incremento: entre 1806 y 1810 totalizaban 839.284 $; entre 1811 y 1815, 2.086.037, 1 ½ $. Por su parte, los ingresos vinculados a derechos de Aduana (que figuran como rubro "Aduana" en el período 1806-1810 y como "Derechos al comercio exterior" para el de 1811 a 1815) conocieron un salto de 2.338.062,1(3/4) $ para el primer período a un monto de 6.453.318,2 ¼ $ para el segundo. (5) La expansión de los ingresos vinculados con impuestos al comercio exterior será la base del ordenamiento financiero porteño de aquí en adelante.
Si bien en expansión, la moderación que caracterizó a los gravámenes a la importación y exportación en el primer quinquenio posterior a la Revolución de Mayo facilitó enormemente la penetración del comercio británico hacia el Interior, del comercio "aventurero" de los hermanos Robertson. (6) Los productos manufacturados británicos, competitivos y baratos, desplazaron a la producción artesanal del Interior. Como consecuencia de la radical apertura económica implantada desde Buenos Aires, la industria del ganado, que era la más competitiva por la presencia de ventajas comparativas "naturales", eclipsó a las demás. Pero aquí debe puntualizarse una distinción. Vera Blinn Reber destaca el mecanismo de trueque como el que le permitió a los hermanos Robertson acceder a los productos del Litoral e Interior y ganar dichos mercados en el primer decenio posterior a la Revolución de Mayo, al permitir a los productores y comerciantes locales el ahorro del desembolso de dinero. En cambio, Tulio Halperín Donghi subraya que el empleo de metálico por parte de los comerciantes ingleses creó nuevos grupos con capacidad de compra. (7)
Como se dijo antes en 1808 Gran Bretaña hizo la paz con España y al año siguiente se convirtió en su aliada contra Napoleón. Por consiguiente, la política británica se tornó ambigua frente al tema de la independencia sudamericana. Oficialmente, se suponía que Gran Bretaña apoyaba a España, pero los intereses entre ambos Estados divergían fuertemente respecto del tradicional monopolio comercial español. En 1813 el envío de un cónsul británico no oficial al Río de la Plata simbolizaría esta ambigüedad.