Respuestas
Respuesta:
SI
Explicación:
“Si buscamos la verdad, desarrollamos fe en El y … nos arrepentimos sinceramente, experimentaremos un cambio espiritual en el corazón que solo proviene de nuestro Salvador y nuestro corazón se renovará”.
Como muchos de ustedes saben, desde que nos reunimos en la conferencia general del pasado abril, yo he sufrido mi tercer ataque al corazón, lo cual hizo necesaria una intervención quirúrgica de bypass. Gracias al diestro equipo de médicos; a enfermeras y a eficaces y atentos terapeutas; a mi esposa Mary, que me ha cuidado constantemente con tanta paciencia y amor; y a las oraciones ofrecidas por tantas personas en mi favor, he sido bendecido con renovada salud y renovadas fuerzas. Gracias por su interés y por sus oraciones.
Mi mensaje de hoy se refiere a la manera de favorecer el proceso de la curación del alma. Es un mensaje encaminado a guiarlos a ustedes y a guiarme a mí al Gran Sanador, el Señor y Salvador Jesucristo. Es un plan de lectura de las Escrituras, de orar, meditar, arrepentirse, de ser necesario, y de ser sanados con la paz y el gozo de Su Espíritu. Quisiera compartir con ustedes las cosas en las que medite al pasar por este proceso de curación.
Mientras me recuperaba en el hospital y durante varias semanas en mi casa, mi actividad física se vio severamente restringida por un intenso dolor que aquejo a mí ya debilitado cuerpo, pero aprendí el regocijo de liberar mi mente para meditar en el significado de la vida y de la eternidad. Puesto que mi agenda quedó libre de reuniones, tareas y entrevistas, durante varias semanas pude desviar mi atención de asuntos de administración y concentrarla en asuntos de la eternidad. El Señor nos ha dicho: “… reposen en vuestra mente las solemnidades de la eternidad” (D. y C. 43:34). Descubrí que el pensar únicamente en el dolor que me aquejaba inhibía el proceso curativo, y comprendí que la meditación era un elemento muy importante en el proceso de sanar no solo el cuerpo sino también el alma. El dolor le lleva a uno a un estado de humildad que invita a la meditación. Es una experiencia que agradezco haber podido vivir.
Pensé muy profundamente en el propósito del dolor y estudie en mi mente que era lo que podía aprender de esa experiencia y empecé a entender el dolor un poco mejor.
Comprendí que el dolor físico y la curación del cuerpo tras una operación seria son extraordinariamente similares al dolor espiritual y a la curación del alma en el proceso del arrepentimiento. “De manera que no os afanéis por el cuerpo, ni por la vida del cuerpo; mas afanaos por el alma y por la vida del alma” (D. y C. 101:37).
He llegado a entender cuan inútil es pensar demasiado en por que, en si hubiera, y en si tan solo, a los cuales, casi de seguro, no se dará respuesta en la vida terrenal. Para recibir el consuelo del Señor, debemos ejercer la fe. Las preguntas: “¿Por qué me sucede a mí?, ¿por qué a nuestra familia?, ¿por qué en este momento?”, son, por lo general, preguntas que no se pueden responder. Ellas restan valor a nuestra espiritualidad y pueden destruir nuestra fe. Debemos dedicar mas tiempo y emergías a la edificación de nuestra fe y, para ello, acudir al Señor y pedirle que nos dé fuerzas para sobreponernos a los dolores y a las tribulaciones de este mundo, para perseverar hasta el fin y ganar mayor comprensión.