• Asignatura: Castellano
  • Autor: valepaez
  • hace 7 años

me pueden ayudar a escribir un final feliz del cuento de terror "el gato negro" ​

Respuestas

Respuesta dada por: mateostudios15
6

Respuesta:

Transcurrieron el segundo y el tercer día. Mi

verdugo no vino, sin embargo. Como un hombre libre, respiré una vez más. En su terror, el

monstruo había abandonado para siempre

aquellos lugares. Ya no volvería a verle nunca:

Mi dicha era infinita. Me inquietaba muy poco

la criminalidad de mi tenebrosa acción. Incoóse

una especie de sumario que apuró poco las

averiguaciones. También se dispuso un reconocimiento, pero, naturalmente, nada podía descubrirse. Yo daba por asegurada mi felicidad

futura.

Al cuarto día después de haberse cometido

el asesinato, se presentó inopinadamente en mi

casa un grupo de agentes de Policía y procedió

de nuevo a una rigurosa investigación del local.

Sin embargo, confiado en lo impenetrable del

escondite, no experimenté ninguna turbación.

Los agentes quisieron que les acompañase

en sus pesquisas. Fue explorado hasta el último

rincón. Por tercera o cuarta vez bajaron por

último a la cueva. No me altere lo más mínimo.

Como el de un hombre que reposa en la inocencia, mi corazón latía pacíficamente. Recorrí l

sótano de punta a punta, cruce los brazos sobre

mi pecho y me paseé indiferente de un lado a

otro. Plenamente satisfecha, la Policía se disponía a abandonar la casa. Era demasiado intenso el júbilo de mi corazón para que pudiera

reprimirlo. Sentía la viva necesidad de decir

una palabra, una palabra tan sólo a modo de

triunfo, y hacer doblemente evidente su convicción con respecto a mi inocencia.

—Señores—dije, por último, cuando los

agentes subían la escalera—, es para mí una

gran satisfacción habrá desvanecido sus sospechas. Deseo a todos ustedes una buena salud y

un poco más de cortesía. Dicho sea de paso,

señores, tienen ustedes aquí una casa construida—apenas sabía lo que hablaba, en mi furioso

deseo de decir algo con aire deliberado—. Puedo asegurar que ésta es una casa excelentemente construida. Estos muros... ¿Se van ustedes,

señores? Estos muros están construidos con

una gran solidez.

Entonces, por una fanfarronada frenética,

golpeé con fuerza, con un bastón que tenía en

la mano en ese momento, precisamente sobre la

pared del tabique tras el cual yacía la esposa de

mi corazón.

¡Ah! Que por lo menos Dios me proteja y me

libre de las garras del archidemonio. Apenas

húbose hundido en el silencio el eco de mis

golpes, me respondió una voz desde el fondo

de la tumba. Era primero una queja, velada y

encontrada como el sollozo de un niño. Después, en seguida, se hinchó en un prolongado,

sonoro y continuo, completamente anormal e

inhumano. Un alarido, un aullido, mitad

horror, mitad triunfo, como solamente puede

brotar del infierno, horrible armonía que surgiera al unísono de las gargantas de los condenados en sus torturas y de los demonios que

gozaban en la condenación.

Sería una locura expresaros mis sentimientos. Me sentí desfallecer y, tambaleándome, caí

contra la pared opuesta. Durante un instante

detuviéronse en los escalones los gentes. El

terror los había dejado atónitos. Un momento

después, doce brazos robustos atacaron la pared, que cayó a tierra de un golpe. El cadáver,

muy desfigurado ya y cubierto de sangre coagulada, apareció, rígido, a los ojos de los circundantes.

Sobre su cabeza, con las rojas fauces dilatadas y llameando el único ojo, se posaba el odioso animal cuya astucia me llevó al asesinato y

cuya reveladora voz me entregaba al verdugo.

Yo había emparedado al monstruo en la tumba.

Explicación:

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