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Las esculturas de Miguel Ángel son quizá el aspecto de su obra más reconocido y celebrado, en los que se aprecian tanto motivos clásicos de la herencia grecorromana, como escenas cristianas que serían centrales en el arte religioso de la época.
Muchas de estas figuras estuvieron destinadas a lugares emblemáticos de la ciudad o a la tumba de sus mecenas, los Médici. Entre el enorme conjunto de esculturas que dejó, destacan:
El David. Esculpido entre 1502 y 1504, esta figura humana será uno de los símbolos de la Florencia de la época y una obra maestra de la perspectiva. La estatua posee más de cuatro metros de alto, en detalle hiperrealista sobre mármol blanco.
La tumba de Julio II. Se le encargó a diversos artistas la confección del mausoleo del papa Julio II, que había muerto en 1513. Entre ellos estuvo Miguel Ángel, cuya estatua de Moisés terminada en 1515 evidencia su increíble talento para capturar la expresividad humana en un rostro contrariado de rabia y tristeza a la vez.
La Piedad del Vaticano. Titulada Pietá y terminada entre 1498 y 1499, esta estatua de 1,74 x 1,95 metros se halla en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En ella se representa a la virgen María sosteniendo el cuerpo inerte de Jesucristo, sobre sus vestiduras que exhiben numerosos pliegos y velos, todos perfectamente representados en mármol. Esta obra maestra fue terminada cuando Miguel Ángel tenía 24 años.
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