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La Papa, fruto del amor es una leyenda quechua, y habla sobre el amor.
Había un joven quechua que diariamente laboraba la tierra y mientras reposaba de sus labores tocaba la flauta que siempre cargaba consigo, colmando el aire de suaves y dulces melodías. Él no añoraba los sentimientos propios de su juventud, así como tampoco tenía placeres en tenerlos.
Un día cuando estaba tocando su flauta, se acercó hasta él, una virgen sacerdotisa del Sol y comenzó a averiguar por sus cultivos. El joven, al verla quedó aturdido, se colocó de rodillas extasiado de su gran hermosura, ella le pidió que no tuviera miedo y estuvieron mucho tiempo conversando. Ella era una de las sacerdotisas del Sol que podían caminar de día por la Tierra y ver sus verdes prados, pero no podían abandonar de noche el templo del Sol, vivían en lujosas moradas y con aposentos ricamente repujados. Eran muchas, trasladadas de cada una de las cuatro provincias dependientes delInca.
La muchacha se despide del joven e iba recordándolo, entró en su morada y en ella permaneció largo rato, sin encontrar descanso por el gran amor que sintió por el joven quechua y se lamentaba por no poder mostrar lo que su pecho sentía.
Ellos se enamoran, pero son descubiertos por los guardias del templo y dan aviso al Inca, éste los condena porque violaron las leyes sagradas, la condena es ser enterrados vivos y juntos. Fueron sepultados, amarrados entre sí, sin lágrimas y quejas, mirando hacia arriba, viendo como la tierra los iba cubriendo, en las tierras de los alrededores se produjo una gran sequía y sólo la tierra que cubría a los jóvenes estaba a salvo de la sequía, era fértil y próspera.
Para alejar la maldición, los sacerdotes y adivinos sugirieron al Inca que desenterrara a los amantes, los quemaran y esparcieran sus cenizas por los cuatro confines del imperio, al revolver la tierra no los encontraron, se les ordenó cavar más profundamente, pero sólo hallaron un poderoso tallo subterráneo, más grueso en una de sus partes era la papa.
Sus raíces fueron enterradas por toda las tierras del imperio, convirtiéndose en el principal alimento de los andinos, el que los salvó de la pobreza y hambre, de esta forma, los amantes castigados viven hasta hoy, inseparables en un mismo fruto de la tierra, alimentando a su pueblo.