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En lugar de milagro mexicano, tenemos el fracaso mexicano. Y estruendoso. De visita en México, el destacado e influyente analista estadounidense (columnista del New York Times) Paul Krugman dijo lo que es obvio y que se dice en el país todos los días: que “la gente ya se cansó de esperar el milagro mexicano”.
Y la gente, se refiere, al pueblo mexicano. No cabe duda. Y a ese cansancio habrá que añadir hartazgo y rechazo cuando después de las elecciones del presente año tengan lugar nuevos recortes presupuestales, los que ya se prevén.
Por supuesto, lo peor llegará en el 2016, cuando el Gobierno mexicano –ese que prometió El Dorado a todos los mexicanos gracias a las reformas—aplique un mega recorte presupuestal de más de 250 mil millones de pesos.
El punto, como señaló Krugman y consignan diarios nacionales, es que la llamada gran liberalización de México ya tiene 30 años y claramente eso por sí mismo no bastó. Por supuesto no bastó, porque además de faltar inversión en educación en un país con niveles de 6 año de primaria, no se afrontó la corrupción e impunidad que azotan a México.
Dijo Krugman también que “no estamos hablando de que haya habido un desempeño terrible, pero no fue lo que se esperaba, tras decenas de tratados de libre comercio firmados por los Gobiernos mexicanos y la privatización de todo, ahora, incluida el agua.
Lo que dijo el premio Nobel de Economía, en una conferencia magistral en la Convención Anual de Industriales de la Canacintra en la Capital, es simplemente la constatación del fracaso de un país en el que se acosa, se despide y se “justifica” (por algunos comentaristas de radio) la censura mientras se aplaude a los corruptos en turno. Por eso México no sólo prospera, sino se hunde en una vorágine de resultados inciertos.