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La conquista del Perú o conquista del Tahuantinsuyo se refiere al proceso histórico de anexión del Imperio incaico o Tahuantinsuyo al Imperio español. Se considera que se inició el 16 de noviembre de 1532 cuando un ejército incaico se reunió en Cajamarca con los conquistadores españoles encabezados por Francisco Pizarro, a poco de haber finalizado la guerra civil entre los dos herederos al trono incaico, Huáscar y Atahualpa (hijos del inca Huayna Cápac). En dicho encuentro, Atahualpa, que aún celebraba su triunfo sobre Huáscar, fue tomado preso por los españoles y meses después ejecutado, el 26 de julio de 1533. Posteriormente los españoles, aliados con los cañaris, chachapoyas y otras etnias hasta entonces vasallas de los incas, marcharon a Cuzco, la capital del imperio, donde ingresaron el 14 de noviembre de 1533 y proclamaron como nuevo inca a Manco Inca, con la intención de convertirlo en un rey títere. Pero pronto Manco encabezó una guerra de reconquista, sitiando el Cusco y la recién fundada ciudad de Lima (1535). Aunque causaron grandes bajas a los españoles, Manco tuvo finalmente que retirarse a las agrestes montañas de Vilcabamba, donde instaló la sede de la monarquía incaica (1538), mientras que el resto del territorio era ocupado por los españoles, que llevaron adelante el proceso de asentamiento y colonización. El reinado de estos incas de Vilcabamba duraría hasta 1572, cuando el virrey Francisco de Toledo ejecutaría al último de ellos: Túpac Amaru I. La conquista del Perú duró pues, en propiedad, cuarenta años (1532-1572).
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La capitulación de Toledo, firmada el 26 de julio de 1.529, sentó las bases jurisdiccionales de los territorios conquistados por Pizarro y Almagro, siendo ampliada después por la Real Cédula del 21 de mayo de 1.534. En ella se establecía dos gobernaciones: para Pizarro la gobernación de Nueva Castilla, que comenzaba en el norte en el pueblo de Teninpulla o Santiago (al norte del actual Ecuador) y se extendía 270 leguas hacia el sur. Y para Almagro, la gobernación de Nueva Toledo, que se extendía inmediatamente al sur de la Nueva Castilla, extendiéndose en 200 leguas.
En teoría, no debía haber problemas en determinar exactamente donde terminaba la Nueva Castilla y donde comenzaba la Nueva Toledo, pero estalló entonces la controversia: mientras Almagro sostenía que las mediciones de las 270 leguas de la Nueva Castilla debía hacerse siguiendo las sinuosidades de las costas, con sus golfos y caletas, en cambio Pizarro sostenía que debía hacerse siguiendo la línea del meridiano. De acuerdo a la tesis de Almagro, la gobernación de Nueva Castilla terminaba al norte de Lima, y de acuerdo a la de Pizarro, terminaba al sur del Cuzco. Consultada la Corona española, esta daría la razón a Pizarro, pero su resolución llegaría muy tarde.
Convencido de su tesis, Almagro se dispuso a ocupar Cuzco en 1.535, alentado por sus partidarios. La guerra civil habría estallado entonces, de no ser que el astuto Pizarro convenciera a su socio a que marchara a la conquista de Chile, situada al sur de su gobernación, pues se decía que era una tierra donde abundaban los metales preciosos y donde hallaría, presumiblemente, un segundo Cuzco. Almagro emprendió entonces la expedición a Chile, partiendo del Cuzco el 3 de julio de 1.535. El viaje por Chile fue duro y penoso, no encontrando nada de valor, a pesar de haber llegado hasta la altura del actual Valparaíso. En su mayor parte era un territorio desértico, poblado de indios belicosos. Esta expedición duró alrededor de dos años, y terminó en 1.537, con el retorno de Almagro y los restos de sus tropas, que descansaron en Arequipa, antes de marchar hacia el Cuzco