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ANÁLISIS ICONOGRÁFICO
Esta obra del pintor holandés Johannes Vermeer también es conocida como Muchacha con turbante, La Mona Lisa holandesa y La Mona Lisa del norte. Lo que más llama la atención es la utilización de un pendiente de perla como punto focal. Lo más característico de Vermeer es su tratamiento de la luz, la textura, la perspectiva y los colores trasparentes.
Esta obra no pertenece al género del retrato, sino a un género de pintura propio del barroco flamenco holandés conocido como tronie (“rostro” en holandés), que se caracterizaba por representar retratos, normalmente de pequeño tamaño, en las que el protagonista muestra una expresión facial exagerada. Aunque el tronie típico mostraba un retrato de una persona de medio cuerpo, o del busto únicamente, no solían realizarse con intención retratista, sino más bien para mostrar las dotes artísticas del pintor, y su maestría a la hora de captar gestos.
ANÁLISIS FORMAL
La muchacha recorta su busto de perfil ante un oscuro fondo neutro, girando la cabeza en tres cuartos para dirigir su intensa mirada hacia el espectador. Su boca se abre ligeramente, como si deseara hablar, dotando así de mayor realismo a la composición. La joven viste una chaqueta de tonalidades pardas y amarillentas en la que sobresale el cuello blanco de la camisa, cubriendo su cabeza con un turbante azul del que cae un paño de color amarillo, creando un contraste cromático de gran belleza. La perla recoge el reflejo de la luz que ilumina su rostro, recordando a Caravaggio al interesarse por los potentes contrastes lumínicos. La composición geométrica, simple y equilibrada.
Sobre la identidad de la joven hay varias teorías:
La hija mayor de Vermeer, llamada María.
La hija del comisario principal de Vermeer
Griet, la sirvienta.
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