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El indio Pedro de Leyva avanzó a tropezones y cayó moribundo sobre la orilla de un estanque en medio de los andes peruanos.
La leyenda dice que lo devoraba la malaria.
Empapado en sudor, se acercó al agua, apartó las hojas y ramas que habían caído en el remanso y tomó algunos sorbos amargos.
Y entonces, la fiebre cedió.
Al enfermo lo había salvado la mezcla milagrosa de agua con las cortezas de aquel árbol insólito que crecía rodeando el estanque.
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Fin de las recomendaciones.
Esta historia del siglo XVII, recopilada por el tradicionalista peruano Ricardo Palma, intenta explicar las propiedades antipalúdicas del árbol de la quina, acaso uno de los descubrimientos médicos más importantes de la historia.
Cinco antiguos remedios que todavía utilizamos hoy
Y también uno de los más ignorados.
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