Había una vez un gobernante a quien el alma se le llenó de avaricia; tenía una caja maciza donde guardaba cosas que solo él veía
de cuando en cuando, y de las cuales a nadie convidaba. Uno de los poderosos quiso castigarlo por eso, y un día se le presentó, y
como si fuera a hacerle un favor, le dio a escoger entre dos cosas.
Ante el colocó un envoltorio de piedras brillantes que únicamente servían para ser guardadas, y un manojo de mazorcas blancas y
amarillas donde los granos de maíz se apretaban en hileras unos contra otros. Como el gobernante era avaro, escogió las piedras
brillantes, los tomó y se retiró a verlas y contarlas antes de guardarlas en una caja.
Por otra parte, las mazorcas se quedaron ahí abandonadas, y aquel año no hubo siembra de maíz, y la tierra se quedó triste y afligida,
no hubo cosecha, y el pueblo comenzó a padecer hambre. Pasaron así los meses, y el hambre aumentó, pues el gobernante, lejos,
delante de su caja, para nada se acordaba de las necesidades de su pueblo.
Entonces su pueblo se enojó y todos los habitantes se juntaron y fueron al palacio del gobernante y lo sacaron de allí a palos y lo
mandaron lejos, lleno de vergüenza y tomaron su caja y la tiraron a la basura.
Luego recogieron las mazorcas que ahí estaban abandonadas y comieron parte de ellas y la otra parte la desgranaron y sembraron
los granos en la tierra con ello se alegró, agradecida, y les preparó a los del pueblo una rica cosecha. De la lectura anterior, ¿Qué opinas de la forma de actuar del gobernante
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actúo de mala manera, ya que se su deber era ayudar al pueblo no olvidarse de el, debió proporcionarles todo lo necesario y no pensar solo en el y su avaricia.
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