• Asignatura: Historia
  • Autor: Mar2007ok
  • hace 7 años

importancia del excedente de las primeras civilizaciones.

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Respuesta dada por: Peruanochafa
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Explicación:

Mesopotamia, o «país entre ríos», es una extensa región recorrida por los ríos Éufrates y Tigris. Sus límites naturales están definidos por los montes Zagros, al este; los de Armenia, al norte, y los desiertos de Siria y Arabia, al oeste. La única salida al mar se encuentra al sur, en la cabecera del golfo Pérsico. Los yacimientos más antiguos del Neolítico mesopotámico se encuentran en el norte; hacia el año 6000 a. de C. el fenómeno se extiende hacia las zonas de llanura, pero siempre en la mitad septentrional.

   Fue en ese momento cuando tuvieron lugar las fases más desarrolladas de Hassuna, Samarra y Halaf, esta última desde el Mediterráneo hasta los Zagros.

   En el sur, la presencia humana es más tardía. En esta zona se distinguen cuatro fases protohistóricas a partir del último tercio del sexto milenio, Eridu, Al’Ubaid (El Obeid), Uruk y Djemdet Nasr, entre el 5300 y el 2900 a. de C. La fase de Eridu se encuadra en el horizonte cultural de Samarra y de Halaf, pero más importancia tiene la fase de Al’Ubaid (4400-3750 a. de C.), cuyos elementos característicos se repiten en la de Uruk (3750-3200 a. de C.).

   El hallazgo más sobresaliente de esta fase fue la escritura, cuyos testimonios más antiguos se sitúan hacia el año 3300 a. de C. Finalmente, se define la fase de Djemdet Nasr (3200-2900 a. de C.), caracterizada por una continuidad respecto a la anterior, con extensión de la escritura y perfeccionamiento de las técnicas de producción.

Egipto

   

   Desde el comienzo de su historia, Egipto aparece dividido en dos partes muy claras, el alto Egipto, al sur, y el bajo Egipto, al norte. El límite entre los dos sectores se encuentra a la altura de El Fayum, que fija la división entre el curso del Nilo y su desembocadura.

   Pero más que el Nilo en sí, lo que da su personalidad y su razón de ser a Egipto es la propia crecida del río, originada en las lluvias monzónicas de finales de primavera. Durante tres meses Egipto está cubierto por las aguas, que al retirarse dejan el limo arrancado a las tierras volcánicas de Abisinia. Aunque no tan peligrosas como las del Tigris y Éufrates, las crecidas del Nilo no son regulares, por lo que su aprovechamiento favoreció las tendencias unificadoras, la constitución de un fuerte poder centralizado y, en definitiva, la estabilidad política.

   De este modo, la historia de Egipto comienza cuando el hombre inicia la adecuación del valle del Nilo, momento en que aparece el Neolítico, cuyas primeras manifestaciones datan del sexto milenio (tasiense). A partir de la segunda mitad del quinto milenio la civilización egipcia entra en el Calcolítico, período llamado también «predinástico», pues en él se establecen las bases de la cultura faraónica. A partir del 3500 a. de C. la cultura egipcia comienza su unificación con la extensión de la fase gerziense.

   La primera etapa del Egipto unificado, o época tinita, está representada por las dinastías I y II y es un período de transición y de afianzamiento de la unificación, con una cronología aproximada entre el 3000 y el 2700 a. de C. El nombre «tinita» procede de Tinis, ciudad del alto Egipto y probable lugar de origen de las familias reinantes. Los reyes de la I dinastía tenían dos tumbas, una en Abydos, cerca de Tinis, y otra en Saqqara, en el bajo

Egipto.

   La I dinastía tuvo que luchar contra algunas ciudades del norte, que no reconocían la autoridad central, por lo que los reyes procuraban atraerse a las gentes del delta admitiendo en su familia a destacados elementos de sus ciudades o consagrando templos dedicados a divinidades del norte, las principales de las cuales fueron incluidas en el protocolo real.

   Los acontecimientos se repitieron con la II dinastía, pero la tendencia unificadora siempre salió triunfante, reforzada con el traslado de la capitalidad del reino a Menfis, en el sur del delta, y la elaboración de un nuevo sistema cosmogónico basado en el dios Ptah o Ftah, que sirvió de apoyo al reino unificado.

   La institución monárquica se presenta como garantía de la unificación, hecho que se expresaba en el protocolo y ceremonias reales. La monarquía era absoluta y reposaba en el carácter divino del rey, identificado con Horus, principal divinidad del reino. Por esta razón, el primer título del protocolo real es el nombre Horus, mientras que los dos siguientes hacen alusión a la unificación: se trata del nombre nebti («las dos señoras»), representado por el buitre Nekhbet de Hieracómpolis (sur) y la serpiente Uadjet de Buto (delta), y el nesutbit («el junco y la abeja»), que significa las Dos Tierras.

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